En el libro El mundo y sus demonios; el genial divulgador Carl Sagan comenta que implantar recuerdos falsos en la gente no solo es posible sino que puede llegar a ser fácil siempre y cuando se haga de manera controlada y con una víctima susceptible.
Existe un fenómeno llamado parálisis del sueño, en el cual la persona es incapaz de realizar ningún movimiento justo al despertarse o al dormirse. Durante ese periodo corto de tiempo la persona es consciente y a menudo percibe luces y pensamientos entremezclados con el sueño. Aunque este fenómeno sea común (sobre un 50% de la población ha sufrido en algún momento esta parálisis), existen especialistas en el mundo alienígena que defienden que estos casos son realmente abducciones. Y para lograr un testimonio recurren a la hipnosis y a entrevistas con estos especialistas. En poco tiempo la persona es consciente de haber sido abducida pero realmente lo que ha sido es empujada a crear un recuerdo falso.
No es tan raro que estos casos sucedan, cuando creamos un recuerdo falso, tendemos a enriquecerlo rápidamente con cientos de detalles fruto de nuestra invención. Una de las principales investigadoras en este campo es Elizabeth Loftus, que junto con su equipo en la Universidad de Washington ha dirigido decenas de experimentos para averiguar cómo creamos recuerdos falsos y por qué.
Para reflexionar un poco sobre esta idea, vamos a plantearnos una broma con una pequeña pero inofensiva pizca de crueldad, vamos a ver cómo implantar un recuerdo falso a un amigo en cuatro sencillos pasos:
Paso 1. Escoger a la víctima adecuada
No todo el mundo es adecuado para la implantación. Realmente no es una cuestión de inteligencia, como puede parecer; sino que la clave para encontrar a la persona ideal es tu relación con ella. Cuanto más tiempo hayáis compartido experiencias juntos es más fácil crear una anécdota más antigua, que realmente no sea real pero pueda ser posible el hecho de haberla olvidado.
Por eso, amigos desde la infancia o hermanos son las victimas ideales. En uno de sus experimentos, Loftus escogió voluntarios universitarios y contactó con sus madres para que les dijeran varias anécdotas de su infancia. Posteriormente introdujeron una anécdota adicional que era falsa. Al saber que los investigadores habían usado anécdotas suministradas por su madre, daban por hecho su fidelidad y en caso de la anécdota extra suponían que la habían olvidado. Lo curioso es que en las sucesivas entrevistas al preguntar por la misma anécdota falsa los voluntarios empezaban a “recordar” la historia e incluso dar detalles adicionales.
Paso 2. Escoger el recuerdo adecuado
Hay que pensar en una historia adecuada. Para que la implantación tenga éxito, cuanto más antiguo sea el recuerdo, mejor. Además los recuerdos falsos que impliquen emociones son mucho mejor implantados. En 1999, investigadores de la Universidad de Columbia consiguieron convencer al 26% de los voluntarios que habían sido atacados por un animal cuando eran pequeños, apelando al dolor que tuvieron que sentir en el momento de la mordedura.
En nuestro caso, teniendo en cuenta que planeamos una broma, es mejor usar un recuerdo que sea cómico y no traiga consecuencias para la pobre víctima.
Si quieres un reto, prueba a implantar un recuerdo más reciente en el tiempo. Por ejemplo, convence a tu amigo de que te debe dinero por una larga rondas de copas en el bar que tú acabaste pagando. Si logras crear el recuerdo, tu amigo acabará pagando (aunque tú le devuelvas el dinero para no sentirte culpable).
Paso 3. Preparar la implantación del recuerdo
Para implantar recuerdos falsos, los psicólogos aplicaron dos técnicas que tú también puedes usar para tu broma. La primera es “recopilar” toda la información posible del recuerdo y enriquecerlo lo máximo posible, es decir, a que bar fuisteis, donde os sentasteis y que ropa llevaba cada uno en el momento de la historia. La clave de esto es evitar huecos en blanco que demuestren la mentira y a la vez usar estos detalles como gancho (“¿no te acuerdas que llevabas ese abrigo pero como no sabías que hacer con él lo metiste en el guardarropa?”). Además, si mezclas detalles plausibles de otras veladas la victima percibirá la información como autentica.
Como ayuda adicional, lo mejor es usar el Photoshop. En 2002, el equipo de Loftus enseñó a un grupo de voluntarios fotos trucadas de algún evento de su infancia. Durante tres entrevistas, a los voluntarios se les preguntaba sobre detalles de cuando había sido realizada la fotografía (por si tienes curiosidad, mostraba al voluntario de niño montado en un globo aerostático). Al final de las tres entrevistas, la mitad de los voluntarios ya “recordaban” la excursión en globo y aportaban detalles adicionales.
Paso 4. Comienza la acción
Al comienzo sé persistente. A nadie se le forma un recuerdo falso en un día y como habrás visto en las investigaciones anteriores hacen falta varias entrevistas y aun así el éxito es de entre un 30-50%. Así que lo mejor es insistir durante varios días o incluso semanas. Puedes usar frases como las siguientes:
¿De verdad no te acuerdas?
¡Pero si tú estabas allí conmigo!
¡Tu memoria es horrible!
Si después de insistir dos semanas aún no se lo cree, desiste y cuéntale la verdad, realmente tiene una memoria de acero. En caso de que haya funcionado, saborea tu victoria y dile la verdad, mándale a este artículo y que pueda probarlo con otro amigo.
Todo esto demuestra que nuestra memoria es poco fiable y no es estática sino que se puede manipular y amoldar según las circunstancias. Siempre conviene recordar no fiarnos de nuestros recuerdos y basarnos siempre en las pruebas, por eso las investigaciones de Loftus han encontrado su objetivo natural: los testigos de juicios y cómo de verídicas pueden ser sus declaraciones.
Mientras, no tengas a tu amigo engañado mucho rato. Quizá quieras reírte de él, pero lo más probable es que también tengas algún recuerdo falso en tu interior.
Fuente | Scientific American