La memoria, y la mente en general, siguen siendo campo de cultivo para diversos mitos y leyendas, y para que el primero que llegue diga lo que piense y ese mito se extienda sin ningún tipo de contención (como ya os expliqué en el artículo “¿Realmente usamos solo el 10% del cerebro?”). Por ello, hoy os traigo una serie de curiosidades sobre este bien tan preciado que usamos día a día casi sin darnos cuenta: nuestra memoria.
1. La memoria no se deteriora:
Aunque tras conocer enfermedades como el Alzheimer o sentir en algunas ocasiones que no llegamos a recordar algo, eso no significa que nuestra memoria haya entrado en decadencia, pero según las últimas investigaciones esto no es así. Lo que sucede es que realmente, nuestra memoria no tiene limites, funciona como un gran almacen, pero los recuerdos que no necesitamos usar día a día cada vez son más complicados de recordar. Precisamente por eso, porque no son necesarios de forma continua.
Ahora alguno se puede preguntar, si tenemos una memoria “ilimitada”, ¿por qué olvidamos?
2. Olvidar ayuda a aprender:
Respondiendo al punto anterior, el olvido es la llave maestra para seguir aprendiendo y memorizando cosas nuevas, no olvidar como eliminación absoluta del recuerdo, sino aparcandolo para dejar espacio a cosas nuevas que nos servirán en ese momento (como, por ejemplo, saber donde hemos dejado por última vez el móvil, o donde hemos quedado esta noche). Por supuesto, los recuerdos más recientes son a los que más prioridad da nuestro cerebro.
3. Los recuerdos “perdidos” pueden volver:
Luego, por otra parte, está el hecho de que olvidar no es un término absoluto, y los recuerdos no se borran, sino que se vuelven menos accesibles, como he dicho en el primer punto, y pueden recuperarse. Incluso cualquier anécdota de la que no has hablado en los últimos 10 años sigue ahí, esperando, y puede recuperarse, incluso volver a recordarse más rápido que aprender nueva información (recordemos el hecho de que “nadie olvida como montar en bicicleta”).
4. Recordar viejos recuerdos los altera:
Aunque los recuerdos no se olviden por completo, con el paso del tiempo, y al intentar recordarlos, si que se pueden alterar. Es más, si grabamos una escena con una cámara mientras vemos que pasa, y luego intentamos recordar esa escena al día siguiente, a la semana, y al mes, veríamos que poco a poco nuestra mente va introduciendo cambios y “recuerdos inventados” que alterarían la escena en comparación con la grabación. La memoria es buena, pero no perfecta (a menos que padezcas hipermnesia). Incluso, hace poco, os explicamos cómo unos científicos habían sido capaces de introducir falsos recuerdos en el cerebro.
5. La memoria es inestable:
Como hemos visto en el punto anterior, la memoria no es para nada perfecta, en definitiva, es inestable, aunque pensemos a menudo que esto no es así. Siempre pensamos que habrá cosas que nunca olvidaremos, y siempre se acaba olvidando (por eso tienen tanto éxito los post-it y las alarmas de los móviles actualmente). Y, por esto, muchas veces los estudiantes subestimamos a nuestra propia memoria, para luego percatarnos de los sustos que nos vienen encima…
6. El sesgo de previsión:
Según un estudio llevado a cabo por Koriat y Bjork en 2005, donde hicieron aprender a unos voluntarios las palabras “luz-lámpara”, se les pidió que calcularan cuánto tiempo recordarían la asociación, y todos se mostraron muy confiados, para más tarde llegar el momento de que les dijeran “luz” y después de haber pasado tiempo y diversas cosas, se les venían a la cabeza palabras como “bombilla” o “sombra”. En conclusión, recordar no es tan fácil como creemos.
7. Si el recuerdo es fácil, el aprendizaje es menor:
Cuando nos cuesta poco recordar algo nos sentimos como triunfadores, pero si nos cuesta demasiado nos sentimos un poco estúpidos Pero, a nivel de aprendizaje, debería ser todo lo contrario, ya que cuando un recuerdo viene rápidamente a nuestra mente quiere decir que no necesitamos exigir mucho a nuestro cerebro para recordarlo, pero si le exigimos trabajo también exigimos otra cosa: aprendizaje. Y, si aprendemos, recordamos mejor, y el recuerdo producido es más importante.
8. Nuestro aprendizaje depende del contexto:
¿Nunca habéis notado que recordáis algunas cosas más fácilmente en una situación que en otra? Eso tiene que ver con el aprendizaje, que depende en gran medida del “cómo” y del “dónde”. También depende de con quién estás, que sucede a tu alrededor…
Pensaréis que lo mejor es mantener siempre el mismo contexto, ¿no? Pues no, depender del contexto para recordar algo es peor, por eso debemos ir cambiando el lugar de aprendizaje, si nos sentamos siempre en el mismo sitio de la biblioteca, por ejemplo, es buena idea ir cambiándolo (personalmente, debería aplicarme el cuento).
9. Para memorizar, mezcla:
Si quieres aprender una cosa nueva, como jugar al tenis, ¿qué es mejor? ¿una semana jugando con la derecha, otra con la izquierda, y así sucesivamente? ¿o es mejor ir mezclandolo todos los días? La respuesta es la mezcla, ya que será más fácil de recordar si el aprendizaje va mezclándose, y esto no sirve solo para el deporte como para la geografía o la informática.
Si, para empezar a aprender algo nuevo este método lo hace todo más complicado, pero a largo plazo es mejor ir mezclando las cosas porque se recordaran mejor.
10. El aprendizaje está bajo tu control:
Como habréis visto, la memoria es complicada, muy alterable, y para nada perfecta, pero si sabemos cómo dominarla es más fácil aprender algunas cosas. Por ejemplo, usando la técnica de cambiar el contexto, ir mezclando cosas aprendidas sobre un mismo tema para que duren más a largo plazo, etc.
También esta el caso de poder recordar cosas que creiamos haber olvidado por completo (como ya sabéis, esto no es así), y, según un estudio, también somos capaces de desplazar los recuerdos dolorosos en post de otros más positivos, para no sufrir. Nuestra mente es sabia pero nuestra memoria sigue estando bajo nuestro relativo control, no lo olvidéis.
Vía: PsyBlog.