Ante un embarazo, lo primero que sufren los afortunados es un sinfin de recomendaciones para una experiencia placentera y poco traumática: escoger el mejor hospital, cómo cuidarse antes, durante y después del nacimiento, y, sobre todo, cómo criar a los hijos para garantizar que crecen como los más sanos e inteligentes que se desea que sean. Aunque bien intencionados, algunos de estos consejos podrían estar equivocados, o al menos podrían ser cuestionables. En un artículo en Sciencenews, Laura Sanders nos habla de cinco mitos relacionados con la crianza cuya valoración científica valdría la pena conocer.
1. El azúcar en la infancia promueve la hiperactividad
Muchos progenitores padres confirman que un solo trocito de pastel de cumpleaños tiene el poder de transformar el buen y educado comportamiento de su retoño en sobreexcitación e imposibilidad de control. Y cualquiera que haya tenido el placer de asistir a fiestas de cumpleaños de niños de 5 años podría confirmar esta hipótesis, salvo que la ciencia ha descubierto que eso no es cierta. Al menos, la evidencia de un vínculo entre el consumo de azúcar y la hiperactividad es sorprendentemente débil.
El estudio más completo es un metaanálisis llevado a cabo en 1995 en el que los autores buscaron los trabajos mejor diseñados sobre el tema, combinaron la información arrojada y la volvieron a analizar. Había dos tipos de investigación: algunas le daban a los niños sacarosa o un endulzante artificial, como aspartamo, y luego les hacían seguimiento sin que ni ellos ni los padres supieran si comieron azúcar real o no. Los otros se enfocaban en niños diagnosticados con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) u otra condición para ver si el azúcar los afectaba particularmente. Los resultados del metaanalisis fueron claros: no se pudo mostrar que el azúcar afectara la conducta o el desempeño cognitivo.
Por supuesto, hay un montón de buenas razones para no alimentar a los más pequeños a base de mucho azúcar, pero el miedo a convertirlo en un pequeño monstruo enloquecido por el azúcar no es uno de ellos.
2. Escuchar a Mozart hace a los niños más inteligentes
Se denomina “Efecto Mozart” a la serie de supuestos beneficios, popularizados en la década de 1990, que produciría el hecho de escuchar la música compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart. Entre dichos beneficios se encuentra un aumento de la inteligencia; estos no han podido ser comprobados de manera científica, o al menos no se han podido repetir en los distintos experimentos que en su momento dieron resultados positivos. Este efecto continúa siendo objeto de investigación, sin ninguna pronunciación firme o definitiva que reivindique o deseche la teoría en cuestión.
Es claro que la música puede ayudar a calmar los bebés, así como existen evidencias de que tocar un instrumento es beneficioso para el desarrollo del cerebro. Pero recordemos: a pesar de que podría ser verdad y hasta nueva información, no se han encontrado evidencias claras de que la música clásica nos haga más inteligentes.
3. Los cereales antes de dormir hacen que los más pequeños duerman más y mejor
Según esta hipótesis, los cereales llenarán la barriga del bebé y la mantendrán satisfecha por más tiempo, lo que se traduce en un menor número de activaciones nocturnas. Lo cierto es que hay varios estudios y varias razones que desaconsejan dar cereales antes de dormir, primero porque las digestiones pueden llegar a ser muy pesadas, segundo porque pueden suponer un exceso de calorías innecesarias, y tercero porque la introducción temprana de alimentos sólidos (antes de los 4 meses) se ha asociado con un peor sueño de los bebés.
4. Los cereales de arroz son el primer alimento sólido ideal para los bebés
Aunque suele ser el primer alimento sólido que prueba el bebé después de la leche, no hay razón para optar por los cereales con almidón de arroz antes que por otros alimentos igualmente saludables y más sabrosos como el plátano o el aguacate. A partir de los 6 meses, el bebé está preparado para ingerir multitud de alimentos como la fruta, la verdura y la carne. Los expertos recomiendan atreverse incluso con los productos más alergénicos, como los huevos, el pescado, y la soja, ya que, según un comunicado de la Academia Americana de Pediatría, pueden consumirse sin problema a partir de la misma fecha.
5. Las tazas para bebés causan problemas en el habla
El vasito entrenador para bebés tiene mala fama porque, supuestamente, limita la movilidad de la lengua e impide el normal desarrollo de los músculos faciales necesarios para el habla. No obstante, no hay evidencia científica que respalde esta dilatada teoría. Sí que se ha asociado su empleo a la aparición de caries en los menores.
Fuente | Sciencenews, BBC