Muchas veces es fácil dejarse llevar por las reclamaciones saludables de un determinado producto o por concepciones establecidas sobre algunos alimentos y los tomamos pensando que estamos escogiendo una opción inteligente y saludable. Pero lo cierto es que pocas veces es así. Vamos a ver porqué y de qué alimentos se tratan para tenerlos en cuenta la próxima vez antes de llevárnoslos a la boca.
Cereales de desayuno: Mediante el marketing, la famosa “K” y otras marcas de cereales se han encargado de hacernos ver a los cereales de desayuno como un alimento imprescindible para mantener un peso saludable. Sin embargo no es oro todo lo que reluce y no en vano en Medciencia ya escribimos una entrada preguntándonos si son realmente tan saludables (podéis verla pinchando aquí). Como resumen, los cereales destacan por contener demasiada azúcar, un elevado índice y carga glucémica así como un alto contenido en sodio (sal).
Alimentos sin azúcar o para diabéticos: El problema de estos alimentos puede ser doble. Por un lado a muchas personas se les ilumina la cara cuando ven un helado o unas galletas sin azúcar porque lo asocian a “saludable”, “no me engorda”, “como es sin azúcar puedo comerme el doble”. Sin embargo estos alimentos aportan prácticamente las mismas calorías que uno convencional, con la única diferencia que en lugar de adicionarles azúcar, les añaden edulcorantes, polialcoholes y/o maltodetrinas, estos dos últimos aportando prácticamente las mismas calorías que el azúcar y en el caso de las maltodextrinas con el inconveniente extra de que su índice glucémico es más alto que el del azúcar de mesa. Por otro lado, encontramos que aunque libres de azúcar (pero ricos en polialcoholes, maltodextrinas y otros edulcorantes) su contenido en grasas de dudosa calidad suele ser alto. Así que aunque los venden con reclamo comercial de “sin azúcar” vemos que no llevar azúcar no brinda tantas ventajas como podría parecer y además su contenido en grasas poco saludables suele dispararse
Galletitas “bajas en grasa saturadas”: En este tipo de alimentos pasa algo parecido que con los alimentos sin azúcar. Su reclamación publicitaria para colgarles la etiqueta de saludables es “bajas en grasas saturadas”, sin embargo las grasas utilizadas (salvo contadas excepciones) tampoco suele ser de muy buena calidad y predominan aceites vegetales refinados. Además si nos fijamos en su contenido en azúcares la cosa empieza a ponerse fea. Porque aportar casi 20g de azúcar por cada 100g de producto no es un aspecto muy saludable a destacar.
Rosquilletas: Mucha gente las consume pensando que son un snack saludable y poco calórico, pero de ambas cosas tiene poco. Las rosquilletas están elaboradas con harina, sal y aceites. Dependiendo de la marca podemos encontrar unos aceites de más calidad (de oliva o girasol alto oleico) o unos de peor calidad como el de palma o las indefinidas “grasas vegetales”. En cualquier caso, suelen ser un snack rico en sodio, con una baja densidad nutricional (pocas vitaminas y minerales) y con una altísima densidad energética (qué me decís si os digo que 100g de rosquilletas aportan las mismas calorías que 100g de un Big Mac)
Pan (pseudo)integral: Aclararé desde un principio que las ventajas de los alimentos integrales no es que “engorden” menos, sino que al poseer más fibra ejercen mayor efecto saciante y no producen una elevación de glucosa en sangre tan marcada como sus homólogos refinados. Además aportan mayor cantidad de vitaminas y minerales. El problema es que es realmente difícil encontrar pan u otros alimentos realmente integrales. El pan que suele comercializarse no es más que harina refinada mezclada con salvado de trigo y para encontrar pan integral “de verdad” hay que, o bien hacerlo en casa con una panificadora, bien encontrar una panadería de confianza que utilice harinas enteras sin refinar o bien estudiar la composición de los diferentes tipos de pan de cada supermercado.
Cualquier alimento excesivamente procesado con alguna reclamación saludable: En general no debe fallar, como ya hemos visto con los alimentos sin azúcar o las galletas bajas en grasas saturadas, cualquier alimento muy procesado que posee una reclamación saludable seguramente cojeará por algún otro lado.
Imagen| Pasardelaire