6 cosas que aún no entendemos sobre el Cerebro Humano

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Aunque ya estemos en pleno siglo XXI, siguen existiendo cosas que escapan a nuestro saber o nuestra percepción. El cerebro es una de esas cosas, y una gran asignatura pendiente, pues su complejidad ocasiona que apenas sepamos nada o casi nada sobre como funciona (y eso que sabemos bastantes cosas). Hoy hablaremos de algunas cosas que seguimos sin entender.

1. ¿Qué es realmente la conciencia?

Somos las únicas criaturas con “conciencia”, esa capacidad de auto-reflexión y auto-control que, de momento, no se ha logrado ver en otros animales. Pensamos, sentimos, opinamos, tenemos preferencias y entendemos como funciona el mundo. Pero, ¿cómo se crea esa conciencia en el cerebro?

De momento los neurocientíficos no han logrado explicar como podemos traducir nuestras vivencias en cosas tan subjetivas como sabor, color o dolor, o como podemos tener imaginación, por ejemplo. La hipótesis que se baraja actualmente es que tiene algo que ver con las conexiones entre las partes sensoriales del cerebro vinculadas al tálamo, el centro del sensorio cerebral, pero se desconoce claramente cómo se forma esta conciencia.

2. ¿Cómo se determina nuestra personalidad en el cerebro?

Existe un viejo debate sobre si la personalidad nace o se hace (o una combinación de ambas). Algunos científicos, como Steven Pinker, creen que tenemos cierta predisposición genética, pero existen otras teorías como la “hipótesis de la pizarra en blanco”, la cual sugiere que nuestra mente y sus preferencias se construyen socialmente (personalmente yo creo más en esta última hipótesis, aunque puede que si hayan algunas características innatas).

Además, actualmente ha avanzado mucho el estudio de la epigenética (la activación o inhibición de los genes gracias al entorno), y puede que esto tenga mucho que decirnos de ahora en adelante. Lo que si es evidente es que nuestra personalidad es cambiante, y suele deberse a nuestras experiencias y nuestra interacción con el entorno. Por tanto, puede que haya algo innato, pero el entorno tiene mucho que decir en esto.

3 ¿Por qué dormimos y soñamos?

Como ya os comenté hace poco en el artículo sobre las 10 posibles hipótesis de por qué soñamos, es algo que sigue sin saberse a ciencia cierta, aunque por hipótesis que no sea.

Lo que si sabemos es que dormir es necesario, pues todos los animales lo hacen, y en todas las especies implica una desconexión total del medio y una gran vulnerabilidad hacia nuestro entorno. Y, por otro lado, la falta de sueño tiene graves consecuencias en nuestra salud.

Y soñar, bueno, es más conveniente que le echéis un vistazo a todas las hipótesis que os comenté el otro día.

4. ¿Como se almacenan los recuerdos y como podemos acceder a ellos?

La opción fácil para explicar el almacenaje de recuerdos es comparar nuestro “órgano de pensar” con un ordenador, más específicamente con su disco duro. Si queremos guardar algo en nuestro ordenador (vídeos, fotos, documentos), este se sirve de su disco duro a modo de almacén físico, ¿verdad? Nuestro cerebro funciona de forma parecida a un disco duro, pero el problema es que no sabemos ni cómo se crean los recuerdos (el “formato” que usan) ni en qué lugar del cerebro se almacenan. Sabemos que están ahí, y poco más.

Además no tenemos solo un tipo de memoria, como ya os explicamos hace tiempo, existen las memorias a corto plazo y a largo plazo. También existen diferentes tipos de recuerdos (nombres, fechas, edades, lugares…), y cada uno se procesa y almacena de forma diferente. Aparte, también está el hecho de que recordemos hechos específicos de una situación, sin recordar totalmente la situación en si misma. Nuestro cerebro es así de raro.

Y, para rizar el rizo, existen recuerdos que se degradan y recuerdos que no, o que incluso se van tergiversando con el tiempo, ¿por qué? Aún no lo sabemos.

5. ¿Cómo funciona la percepción del trabajo?

Una de las funciones primordiales de nuestro cerebro es convertir nuestras percepciones en experiencias. Esta capacidad de percepción nos permite organizar, identificar e interpretar la información sensorial a la que tenemos acceso y con la cual construiremos y entenderemos nuestro mundo. El problema es, ¿cómo hace esta “traducción” nuestro cerebro? ¿cómo consigue organizarse?

Este problema es similar al entendimiento de la conciencia, pues existen diversos tipos de sensaciones que luego tienen que integrarse en una gran red cognitiva para acabar en un solo lugar, donde se organizará todo el asunto. Si, es tan complejo como suena.

6. ¿Cómo podemos movernos y reaccionar tan rápido?

Nuestro equilibrio y capacidad de reacción en el espacio-tiempo es verdaderamente impresionante, y tenemos un gran control sobre esto. Pero, ¿cómo lo hacemos? Aún es un misterio.

Imaginad la destreza necesaria para conceder un concierto de piano, jugar un partido de tenis de élite o enhebrar una aguja. Es algo impresionante teniendo en cuenta lo relativamente irregulares e impredecibles que son los impulsos eléctricos de nuestro cerebro, por lo que es evidente que hay algo más en la corteza cerebral que nos permite tener esa precisión.

Para rizar el rizo, nuestro cerebro también es relativamente lento a la hora de reaccionar delante de la información visual entrante, por lo que debería ser imposible para nosotros golpear una bola rápida como las que se lanzan en un partido de béisbol. Nuestro cerebro tarda una décima de segundo en procesar lo que ve, pero esto podría ser demasiado si un objeto se acerca a 120 km/h (como una pelota en un saque de tenis, que recorrería 15 metros antes de que fuéramos conscientes de su existencia, teóricamente). Por ello se cree, gracias a un reciente estudio, que percibimos los objetos más pronto de lo que realmente debería ser en cuanto a espacio y tiempo se refiere, por lo que iniciamos nuestros movimientos antes de lo que se consideraría “normal” dentro de la velocidad de percepción de nuestro cerebro.

Como veis, es también un asunto complicado de entender y resolver. Con años e investigación acabaremos llegando a saber porque suceden todas estas cosas dentro de nuestro cerebro.

Vía | io9.

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