Un estudio de la Universidad de Copenhague ha descubierto que, en determinadas circunstancias, un ataque parasitario de una especie de hormiga sobre otra puede convertirse en mutualismo para enfrentarse a otro invasor.
Todos conocemos la forma de vida colonial de las hormigas. Al igual que las abejas, estas poseen varias clases dentro de la propia especie con diferencias morfológicas más o menos acusadas. Reina, obreras y soldados suelo ser lo habitual, sin embargo, existen algunas especies de hormigas, como Sericomyrmex amabilis, que son pacificas y no poseen verdaderos soldados para defender la colonia.
Es ahí donde entra la segunda especie, Megalomyrmex symmetochus una especie más agresiva que, aprovechando la debilidad de Sericomyrex ataca el hormiguero y obtiene alimento que la especie pacífica había acumulado. Sin embargo, y aunque este comportamiento es normal, lo extraño resulta en que cuando una tercera especie invasora entra en juego.
Cuando esto ocurre, la inicialmente parasitaria Megalomyrmex, defiende la colonia de Sericomyrmex como si de su propia colonia se tratara, y no solo eso, si no que permanecen en el nuevo hormiguero conviviendo con la especie de hormigas pacíficas que continúan almacenando alimento normalmente. Por tanto, estas últimas ganan protección para su colonia y Megalomyrmex se ocupa de defender el hormiguero. Lo que en principio empezó como parasitismo, acaba siendo mutualismo donde ambas especies salen beneficiadas.
Aquí podéis ver el vídeo donde se ilustra este curioso comportamiento:
¿Qué os parece?
Fuente: Artículo en PNAS