Las picaduras de mosquito son populares en verano. En países como España, los casos resultan generalmente en molestias e irritación, sin embargo, en algunos países del tercer mundo estos insectos son vectores de enfermedades como la malaria o el Dengue, considerándose una seria amenaza. Siguiendo esta línea, se han desarrollado numerosos productos que “pretenden” combatir la picadura del mosquito. Y uso las comillas, pues como muchos sospecharéis no todos poseen una capacidad rigurosa de acción como repelente y simplemente se diseñan como productos para ser vendidos al mayor público posible.
Para ofreceros una perspectiva razonable sobre estos productos, en MedCiencia os acercamos la información que debéis saber sobre la efectividad y duración de muchos de los ‘repelentes‘ comerciales y por qué deberíais o no usarlos.
La receta clásica
Para evitar las picaduras, la principal recomendación es la ropa. En verano por supuesto no es tan fácil de llevar a cabo esta recomendación, y por ello debemos de recurrir a un repelente. El repelente más popular en el mercado es el DEET, y la mayoría de repelentes se basan en este compuesto químico.
Es una molécula de alto espectro que es efectiva como repelente contra muchas especies de mosquitos y otros insectos, y empezó a ser usada durante 1946 en los soldados estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial. La protección que ofrece este compuesto es mayor conforme aumentamos la dosis (hasta cierto punto) y también su duración que ronda entre las 4 y 10 horas.
Como alternativa, se han desarrollado repelentes sintéticos, como el IR3535, clasificado como biopesticida. Aunque comprometía menos el medio ambiente, su duración era parcialmente menor y los resultados no tan óptimos como se esperaban.
Cuidado con lo que compramos
Si de por sí el formato pulsera no me inspiraba mucha confianza, le añaden que posea capacidades repelentes de insectos como el mosquito. Si como ya hemos hablado antes, hacen falta cantidades notables de repelente (DEET) para que se consiga una protección prolongada, y que esta debe estar impregnada en nuestra piel, no tiene sentido alguno que se obtenga el mismo efecto a través de una pulsera que libere moléculas repelentes en un perímetro cercano a nuestro cuerpo.
Estos productos se basan en aceites vegetales, que como tales, se evaporan con facilidad a temperatura ambiente. Entre ellos podemos encontrar la menta, el eucalipto o la que está adquiriendo una mayor popularidad recientemente: la citronella.
Si no quedaba claro que no son eficaces, y que por lo tanto son una patraña como un castillo estas pulseras, el estudio del New England Journal of Medicine muestra que la protección adquirida por estos productos databa una duración máxima de 1,5 horas, y que posteriormente el producto sería inservible.
Otro de los productos que he visto en más de un hogar, son los repelentes con ultrasonidos. Se diseñan para ahuyentar a las hembras de los mosquitos (que son las que suelen picar) intentando imitar el vuelo de un macho. La realidad nos la acerca el doctor Roger Gold de la Universidad A&M de Texas, pues afirma que estos mosquitos o bien no escuchan el ruido del aparato, o hacen de él uno más en el ambiente.
La manera más efectiva de protegernos de estos pequeños vampiros es vistiendo la ropa adecuada, valiéndonos de los repelentes clásicos y, sobre todo, evitando la publicidad y productos engañosos.
Fuente | NEJM / Revisión ultrasonidos