El entrenamiento conductual podría ayudar a mejorar nuestro sistema inmune

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Hablar del entrenamiento conductual o de las terapias cognitivo conductuales siempre me ha parecido complicado. De hecho, hubo un tiempo donde pensé que la meditación era puro humo, sin más, similar a lo que pienso de la homeopatía. Sin embargo, parece que mantener nuestra cabeza bien amueblada en cuanto a temas psicológicos se refiere tiene una gran importancia a nivel físico, como podría ser el sistema inmune o el sistema nervioso humano. Al menos, así lo afirman los resultados de un reciente estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, en el cual han probado que dominar nuestra conducta a nivel físico y mental puede protegernos de la inflamación.

Es posible modular nuestra respuesta inmune si nos entrenamos

Según los investigadores, el acondicionamiento físico y mental se puede aprender, lo cual daría lugar a una modulación voluntaria de nuestra respuesta inmune frente a la inflamación, un hallazgo que podría aumentar las esperanzas de los pacientes que sufren trastornos inflamatorios crónicos como la artritis reumatoide o el síndrome de dolor crónico, por poner algunos ejemplos.

Los resultados, eso si, deben considerarse como preliminares según el autor principal Mitthijs Kox, el cual investiga la respuesta inmune en el Centro Médico de la Universidad de Radboud Nijmegen (Holanda). Según Kox, hay una vinculación importante entre el sistema nervioso y el sistema inmune, aunque por el momento este tema es un “campo de sombras”, como bien lo describe Guiseppe Matarese, inmunólogo de la Universidad de Salerno, en Italia.

Sangre fría y meditación

Allá por 2010, Kox era un estudiante de posgrado, y ya empezó a explorar la influencia que podía tener el sistema nervioso sobre el sistema inmune. En aquella época se enteró de que Wim Hof decía que era capaz de regular no solo su temperatura corporal, sino también su sistema inmune. Así pues, Kox y su asesor, el médico y coautor del actual estudio Peter Pikkers, llamaron a Hof al laboratorio para investigar si realmente su cuerpo iba a reaccionar a la inflamación tal y como él decía.

Se expuso a Hof a la toxina de Escherichia coli para inducirle fiebre, dolor de cabeza y escalofríos… pero no se produjo el efecto que esperaban los investigadores. Lo que sucedió es que la respuesta de Hof a la toxina era más suave que la que tendría la mayoría de la gente, con algunos síntomas de gripe leve, y niveles más bajos de proteínas inflamatorias en sangre.

Tras observar esto, se llevó a cabo un estudio con 24 voluntarios: La mitad viajó a Polonia para ser formados por Hof, donde tuvieron que realizar natación en agua helada o caminar con el torso desnudo en la nieve, además de realizar ejercicios de respiración y meditación. Cuando los reclutas regresaron a Holanda se sometieron a la prueba de la inflamación con la toxina. Por su parte, los otros 12 voluntarios también recibieron la toxina, pero sin haber realizado el entrenamiento conductual de Hof.

La alteración voluntaria del estado inmune

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Según los resultados, en promedio, aquellos individuos que se habían sometido al entrenamiento de Hof reportaban menos síntomas de gripe por la toxina que los que no lo habían hecho. Además, estos reclutas producían cantidades menores de proteínas asociadas a la inflamación, y niveles más elevados de una proteína que disminuye tal inflamación, la interleucina-10 o IL-10.

Según Kox, las técnicas de respiración serían el pilar esencial para la supresión de estas respuestas inflamatorias, ya que 30 minutos después de comenzar esta respiración, pero antes de haber sido inyectados por la toxina, los participantes formados con estas técnicas comenzaron a producir más adrenalina, una hormona que está implicada en las respuestas frente al estrés o el estado inmune.

Actualmente estos dos investigadores esperan poder aislar los efectos de los ejercicios de respiración y llevar a cabo el mismo experimento con más voluntarios. Cabe destacar que, vuelvo a repetir, son resultados preliminares y tan solo se han detectado frente a la respuesta inmune a corto plazo, por lo que no se sabe si habrá resultados similares en enfermedades crónicas como las que hemos nombrado al inicio del artículo. Habrá que esperar a nuevas investigaciones para comprender mejor qué relación hay exactamente entre nuestro sistema nervioso y nuestro sistema inmune.

Vía | Nature.

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