El verano y la obsesión por el cuerpo perfecto

Con el verano, la nueva moda del Thigh Gap o piernas de palo parece estar extendiéndose entre las adolescentes y mujeres adultas, un fenómeno que invita una vez más a reflexionar sobre los problemas y riesgos que conlleva la obsesión por la imagen y por conseguir un “cuerpo perfecto”.

En una reciente encuesta realizada en Estados Unidos a 30.000 personas publicada en Psychology Today, se señala que un 93% de las mujeres y un 82% de los hombres están preocupados por su apariencia y trabajan para mejorarla. Sin embargo, pese a que la coquetería, la búsqueda de la belleza y el autocuidado de la imagen son propias de nuestra sociedad, existen una serie de trastornos psicológicos en los que esta preocupación por la imagen va más allá de los límites normales, poniendo en peligro nuestra salud física y mental y llevando a la persona a tomar medidas drásticas como la de entrar en un quirófano.

Desde luego que, desear una imagen atractiva y buscar estar a gusto con nuestro propio cuerpo, no implica padecer un trastorno mental, sin embargo una excesiva preocupación por nuestra imagen, aumenta las probabilidades de desarrollarlo. Así como optar por la cirugía estética, supone en muchos casos un aumento de la seguridad y satisfacción en los que la principal motivación es combatir la fealdad, una deformidad o simplemente disimular el paso de los años, en otros casos el principal componente de malestar se encuentra en algo más complejo, como es el fuerte rechazo hacia el cuerpo y distorsión de la propia imagen corporal que presentan la personas que padecen anorexia, bulimia o dismofia corporal. Es en estos casos en los que la cirugía no es solo un riesgo en si mismo sino que además conduce a un callejón sin salida, ya que el verse bien pasa por algo más que por perder unos kilos o modificar la forma de nuestros muslos.

La imagen corporal

La imagen corporal se define según Rosen como el modo en que uno se percibe, imagina, siente y actúa respecto a su propio cuerpo. Se forma a lo largo de los años y cambia a lo largo de la vida.

Es importante entender que está compuesta de aspectos perceptivos: la manera en la que se percibe el tamaño, el peso y la forma del cuerpo; aspectos afectivos o emocionales: las actitudes, sentimientos, pensamientos y juicios o valoraciones que despierta el cuerpo, su tamaño, su peso, su forma o algunas partes de él así como las experiencias de placer, displacer, satisfacción, disgusto, etc.; y por aspectos conductuales: es decir, la forma en que actuamos según percibimos y sentimos nuestro cuerpo, como por ejemplo, exhibirlo, evitarlo, esconderlo, etc.

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