Siempre he sido poco partidario de remedios caseros o también llamados “remedios de la abuela”. Es más, suelo ser mas partidario de demostrar que no sirven absolutamente para nada y poder reirme de ellos. Muchas veces lo consigo, como cuando os hablé del mito del azúcar para resolver las agujetas, o del mito de ponerse fajas para sudar y perder barriga. Hay algunos que demuestran eficacia no demostrada, pero yo seguiré creyendo que es un mero efecto placebo hasta que me demuestren lo contrario…
Mientras tanto, hasta que me den esas demostraciones a ciencia cierta, os hablaré de algunos de los remedios caseros usados hace 100 años y que hoy en día conseguirían el despido por negligencia de cualquier médico actual. Aquí os los comento uno por uno:
1- Descongestionante nasal:
Como imaginaréis, hace 100 años no existían los actuales descongestionales nasales (como algunos tipos de pastillas, o el famoso Vick Vaporub. Así pues, la idea de los médicos de entonces era recomendar fumar hojas de gordolobo y exhalar su humo por la nariz, además de inyectar con una jeringa en las fosas nasales una mezcla de ácido bórico (usado actualmente como antiséptico) y agua varias veces al día y, por si no había suficiente, también inhalar una mezcla de amoníaco, yodo y ácido carbólico (un bactericida).
Si hacer todo esto no funcionaba, la recomendación era usar un “aerosol con una disolución de cocaína al 4%”, o aplicar una solución similar, pero con más porcentaje de cocaína, en un algodón en la fosa nasal para un “alivio inmediato”.
2 – Sangrado de nariz:
Aquí lo que se recomendaba era buscar “un viejo y marrón puff-ball de tierra”, remover sus entrañas y colocarlo en la nariz durante un tiempo. “Puff-ball” se traduce literalmente como “pedo de lobo”, pero tranquilos, es “solo” un tipo de hongo.
Si no había “puff-balls” disponibles, otro método “igual de efectivo” era levantar los brazos por encima de la cabeza, aplicar hielo o paños fríos en el cuello y, en casos extremos, aplicar hielo en el escroto o los pechos. Y no acaba ahí la cosa, porque al mismo tiempo se inyectaba agua salada caliente en las fosas nasales. Todo efectividad probada, por supuesto (nótese la ironía).
3 – Dolor de garganta:
Se recomendaba aplicar una mezcla de aceite de oliva, amoníaco, trementina y un huevo. Agitar la mezcla formando una emulsión y aplicarla por cuello y garganta hasta formar una ampolla. Luego limpiar y aplicar la crema fría. Si esto no funcionaba (por favor, ¿provocar ampollas para curar el dolor de garganta? dios mío…), se usaba, ¡adivinad!, si, cocaína, mezclada con agua tibia y un poco de aceite de oliva y “pintarlo en la garganta”. Y sino, siempre estaba la opción de chupar una pastilla de cocaína antes de comer.
4 – Asma:
Aquí directamente se recomendaba “inhalar cloroformo”. Y, si este no estaba disponible, también existían las opciones de fumar salitre, inhalar humo de café quemado o de cigarrillos que contengan estramonio. Todo muy saludable, vaya.
5 – Caída del pelo:
La solución “rápida y fácil” era hacer un té de salvia y mezclarlo con whisky a partes iguales. Tomar un sorbo y mezclar “un poco de quinina” a la taza. Posteriormente, poner en forma de spray, pintura o enjuague toda la mezca en el cuero cabelludo dos veces al día.
Si esto no hacía efecto, otra recomendación que “garantizaba resultados” era brotar una mezcla de aceite de almendras, extracto de romero, vino, agua destilada y bicloruro de mercurio en el cuero cabelludo cada mañana hasta que el pelo vuelva a crecer (o se muera, según lo que ocurra primero, ya que el mercurio es un veneno).
6 – Piel agrietada:
Para la piel seca y agrietada se recomendaba unas cuantas “onzas” de crema agria en un paño de franela, se ataban los extremos y se pasaba el paño por un poco de tierra oscura y suave, dejándolo toda la noche. A media mañana extraer el paño y aplicar la crema “enriquecida” en manos, rodillas, talones y codos cuando sea necesario.
7 – Piojos:
Se usaba, atención, ¡queroseno puro! (si, ese material que se usa para hacer las carreteras actuales). Igual que en el remedio para la garganta, hay que tener cuidado con las ampollas y aplicarse crema fría 24 horas después. Si los piojos persistian se aplicaba “ungüento azul”, pero como “solo” contenía un 20% de mercurio, había que aplicarlo varias veces al día (si no te morias antes, supongo).
8 – Acné:
Aquí ya parece que no tenían mucha idea, porque algunos usaban una mezcla de cannabis con manteca, algo que en muchas regiones de EE.UU. era ilegal hace 100 años.
9 – Quemadura solar:
¿After sun? ¿Para qué? Hace 100 años se hacía una mezcla a partes iguales de harina de maíz y de avena, se colocaba en una copa de carbonato de plomo y poner este polvo donde estuviera la quemadura.
10 – Aftas bucales:
Se han probado muchos métodos, como zumo de tomate, la mitad de un limón contra la zona, enjuagues de bicarbonato de sodio, ácido bórico y vinagre… Y, si eras valiente, se usaba un trozo de piel de pollo cruda contra la herida “hasta que ya no dolía”.
Solo para que quede claro… NINGUNO DE ESTOS MÉTODOS ES SALUDABLE, por favor, ni se os ocurra.
Vía: Mental Floss.