Logran reducir el miedo a través del sueño – Medciencia

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El miedo puede ser una de las más poderosas de todas las emociones humanas. Es una emoción innata que siempre se ha relacionado con la supervivencia. El miedo nos hace ser precavidos, nos limita a veces y nos beneficia en otras ocasiones, y hasta puede provocar desastres. Normalmente se debe a la percepción de un peligro que puede ser real o supuesto, presente o pasado, aunque también puede temerse a algo futuro. Se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza.

En su estado patológico, las fobias, el miedo puede llegar a impedir llevar una vida normal y requerir tratamiento médico. Normalmente éstas suelen ser tratadas con “terapia de exposición “, que consiste en exponer a alguien a aquello a lo que le tiene miedo a una y otra vez, hasta que finalmente aprende a no temerlo. Con este tratamiento no se borra el miedo, pero se crea una “nueva memoria” más poderosa que la memoria del miedo. El proceso se conoce como extinción del miedo. De alguna manera se habitúa a la persona a aquello que le causa temor.

Sueño reparador…

Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Nature Neuroscience podría añadir un nuevo enfoque terapéutico destinado a las fobias: el sueño. Al parecer, dormir podría ayudar a consolidar los nuevos recuerdos. De hecho, ya algunos estudios centrados en el tratamiento para la extinción del miedo norma han indicado que dormir tras la terapia podría aumentar los efectos de dicho tratamiento.

La gracia de este estudio es que los científicos, de la Universidad de Northwestern (Illinois, Estados Unidos) lograron reducir la memoria del miedo en los voluntarios mientras dormían. Es, de hecho, la primera vez que se ha manipulado la memoria emocional en seres humanos durante el sueño, según los autores. Es un estudio pequeño que ha involucrado tan sólo a 15 sujetos, por lo que los investigadores aclaran que se requieren ir un poco más allá para poder consolidar los resultados.

El hallazgo, por lo tanto, ofrece una nueva posible mejora para mejorar el tratamiento típico durante el día para las fobias a través de terapia de exposición añadiendo el componente nocturno.

Descripción del estudio

Los participantes recibieron leves descargas eléctricas mientras veían dos caras diferentes. Además, se les hizo oler un olor específico (madera, clavo, zapatilla de deporte nueva, limón o menta) mientras visualizaban cada cara a la vez que eran sorprendidos. Por lo tanto, los voluntarios asociaron con miedo la cara y el olor.

Después durmieron a los sujetos, a los que se les expuso a una de las sustancias olorosas, pero en ausencia de las caras y sin sustos asociados. Esto se hizo durante el sueño de onda lenta, es decir, la fase de sueño profundo y cuando se piensa que se produce la consolidación de la memoria (es bien sabido, por otras investigaciones, que el sueño es muy importante para el fortalecimiento de nuevos recuerdos).

La exposición al olor durante el sueño reactivó la memoria de la cara una y otra vez, algo similar al proceso de extinción del miedo durante la terapia de exposición. Cuando los sujetos se despertaron, fueron expuestos a dos caras y, al ver la cara relacionada con el olor al que habían estado expuestos a durante el sueño, sus reacciones de miedo fueron inferiores a sus reacciones de temor a la otra cara.

El miedo se midió de dos maneras: a través de pequeñas cantidades de sudor en la piel, similar a un detector de mentiras, y por medio de neuroimagen con fMRI (resonancia magnética funcional). Los resultados de fMRI mostraron cambios en las regiones asociadas con la memoria, como el hipocampo, y variaciones en los patrones de actividad cerebral en regiones asociadas con la emoción, tales como la amígdala. Estas modificaciones cerebrales muestran una disminución en la reactividad específica para la imagen facial asociada con el olor presentado durante el sueño.

Fuente | Europa Press

Imagen | David Llopis

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