NutriMito: Tengo sobrepeso porque retengo líquidos

Personalmente, me gusta muy poco la dietética que hoy aún se vende a los consumidores para combatir el sobrepeso y la obesidad. Muy, muy poco. Absolutamente nada. Me refiero a esa nutrición y dietética que se vende en herboristerias, centros de homeopatía o farmacias. Y es que además de contribuir a mantener ciertos mitos así como a lanzar y popularizar otros muchos mitos alimentarios infundados, basan cualquier intervención dietético-nutricional en la venta de productos. Productos “mágicos” que te harán perder todo el peso que desees.

Un ejemplo que claramente combina ese ansia de vender productos con la de generar mitos infundados es el del título de la entrada: “Tengo sobrepeso porque retengo líquidos“. Esta frase es frecuente en muchas personas que piensan que realmente el exceso de grasa que tienen acumulado es, en parte, debido a que tienen “mucha retención de líquidos”.

Es cierto que pueden haber personas que presenten una clara retención de agua (por alguna patología renal o cardíaca, por consumo de ciertos fármacos…), pues presentan edemas, tobillos hinchados etc. Sin embargo, son casos concretos y poco habituales. Esas cartucheras, esas lorzas de nuestra espalda o los michelines como los de la foto, siento deciros que no son más que grasa acumulada. Así que una persona sana, sin ningún problema renal o cardíaco no presentará mucho más de 2 ó 3 litros de “agua retenida” en su cuerpo. Pero no es agua que representa nuestro exceso de peso, es agua que se utiliza para almacenarse junto con las reservas de glucógeno, o agua que sí puede permanecer retenida por una alta ingesta de sodio y un pobre aporte de potasio, aunque repito: será una cantidad bastante despreciable y desde luego no es la que representa nuestro exceso de peso.

“¿Entonces, es necesario tomar diuréticos?” Obviamente no. Esta “manía” de recomendar diuréticos viene de ese afán por vender más y más productos. De hecho, en ocasiones incluso sin poseer ningún tipo de tecnología que permita estimar la cantidad de agua corporal y la de sus componentes (agua intra y extracelular) se incita al consumo de hierbas e infusiones diuréticas. Que una persona tome estos productos le provocará cierta eliminación de agua y eso puede verse reflejado en una disminución del peso, pero no le va a ayudar en su principal problema: el exceso de grasa.

Para muestra, un ejemplo:

Lo cierto es que la idea de esta entrada, en parte, ha surgido de una descarada campaña publicitaria de un suplemento alimentario. Se trata de la “Alcachofa de Laón, un quemagrasa rápido y natural” que de lo único que realmente se trata, es de un diurétio. Os pego un fragmento de su farandulista texto publicitario:

“Si tú también quieres bajar de peso, reducir los michelines y bajar tallas con poco esfuerzo… no te pierdas la alcachofa de Laón. Un complemento alimenticio elaborado con el corazón de la alcachofa que, gracias a sus propiedades, de manera natural ayuda a desintoxicar el organismo y a acelerar la quema de grasa, ayudándote a eliminar los líquidos que tu cuerpo retiene. Con solo 1 dosis al día, la alcachofa de Laón te ayuda a favorecer la pérdida de grasa y a saciar el hambre. Además, su contenido en fibra ayuda al tránsito intestinal, convirtiéndose en la mejor solución para bajar hasta 3 kilos en una semana…”

Obviamente aquí no dicen que todo eso por el módico precio de 40€ el paquete de viales 2 semanas. Pero quiero que os fijéis en las palabras que he remarcado y que tanto les gusta utilizar para tomar el pelo al consumidor “quemagrasa” y “natural”. Estas palabras hacen que el consumidor asocie rápidamente el producto con la pérdida de grasa sin esfuerzo y que lo valore positivamente sólo porque la palabra “natural” tiene esa connotación (como si unas setas venenosas no fuera tan naturales como las que más y pueden acabar con cualquiera que las coma).

Y sin embargo, ¿que tiene realmente de quemagrasa este suplemento? Cero. Absolutamente nada. O eso es lo que dice cualquier buscador científico al introducir su compuesto activo: Cero resultados obtenidos de estudios que demuestre su acción “quemagrasa”. ¿Y entonces qué es lo que hace? Seguramente lo mismo que otros diuréticos, es decir, lo que ya hemos comentado: provocar la pérdida de líquidos que quizás puede verse reflejada en la pérdida de peso pero no en la de grasa.

Imagen|TdO

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