Hoy os explicaré a que se debe algo tan cotidiano como el hecho de que nos rujan las tripas en algunos momentos del día.
Sin ir más lejos, algunas de mis compañeras de clase nos obsequiaron durante una práctica ayer por la mañana con un pequeño concierto privado compuesto por varios de estos sonidos gastrointestinales, provocando unas cuantas risas, por supuesto.
Pero, desde su punto de vista y seguramente desde el de cualquiera de nosotros, es algo incomodo que nuestro estomago intente hacer un soliloquio espontáneamente, sobretodo en momentos de silencio, muy inoportunos.
Pero, ¿a que se deben estos ruidos? Siempre hemos creído (yo incluido) que solo se producen cuando se siente hambre, pero aparecen también en situaciones de ansiedad (exámenes, reuniones, presentaciones de trabajos…).
¿Cuál es el nombre real y científico de estos ruidos? Pues realmente se llaman borborigmos. Son sonidos gastrointestinales debidos al movimiento de líquidos y gases a causa de la contracción coordinada de estómago e intestinos (peristaltismo, del cual ya os hablé en el artículo de Curiosidades anatómicas del sistema digestivo).
Por muy molestos e inoportunos que resulten, son totalmente fisiológicos y, además, siempre están ahí. El problema es que nuestro oído no es tan sensible como el de otros animales y no podemos percibirlos. Pero si usáramos un fonendoscopio a nivel del abdomen podríamos percibirlos fácilmente (si no los oídos, mal, pues podría tratarse de una obstrucción intestinal).
Por el contrario, también podemos tener exceso de movimientos gastrointestinales (hiperperistaltismo), producido en diarreas, flatulencia excesiva, irritación intestinal… En consecuencia, mas movimiento de líquidos y gases y, finalmente, más ruidos.
De todas formas, el rugido estomacal puede producirse tanto durante la digestión como varias horas después de una comida y en forma de alertarnos de que hay hambre. Este órgano siempre está en constante contracción, esté lleno o vacío (si no hay alimento, hay aire). Cuando la razón es la de tener hambre, se produce un reflejo del sistema nervioso parasimpático, preparando a nuestro estómago para recibir alimento (aumentan las contracciones y secreciones). Tan solo con pensar, ver u oler comida, ya aumentaran estas contracciones. Esta es la primera fase de la digestión, donde coloquialmente decimos que “se nos hace la boca agua”, pues aumenta la secreción salival para ayudar a digerir la comida.
Como curiosidad (sí, me encantan las curiosidades), existe gente con tanto miedo a estos ruidos de tripas en público que evitan las reuniones o situaciones con mucha gente, aunque suelen ser personas tímidas y con unos sonidos muy frecuentes y muy sonoros.
Vía: MedTempus.