¡Ay!, la tentación… Un fallo de voluntad cerebral que todos y cada uno de nosotros hemos sufrido alguna vez. De hecho, la tentación por los alimentos poco saludables es la más conocida, para la cual os dimos algunos consejos hace poco, en forma de hábitos que cualquiera puede practicar. Pero de lo que aún no hemos hablado es de por qué hay algunos individuos que resisten mejor las tentaciones que otros. Es decir, ¿por qué hay gente a la quele falla la voluntad, y gente a la que no? Según los estudios, podría deberse a una diferencia de actividad cerebral.
El autocontrol tiene su propia zona cerebral
Por lo visto, las regiones cerebrales asociadas a la recompensa y el autocontrol se activan frente a imágenes de alimentos grasos, o lo que es lo mismo, alimentos tendadores. Incluso, según los investigadores, sería posible predecir la fuerza que estos antojos producen en cada individuo, y como actuará dicho individuo en consecuencia, tan solo basándose en los niveles de actividad cerebral de estas regiones.
Así lo comenta Rico López, estudiante de doctorado en el Centro de Neurociencia Cognitiva del Dartmouth College (New Hampshire):
“La gente no es consciente de hasta que punto estas señales cerebrales pueden afectar a sus antojos. En el futuro, conocer esta actividad cerebral podría ayudar e informar a los médicos en los tratamientos de personas con trastornos de la alimentación, o ayudar a los individuos que quieren llevar a cabo una dieta en particular”
Los antojos y la actividad cerebral
Para su estudio, López y sus colegas utilizaron la resonangia magnética funcional o fMRI, una técnica de neuroimagen capaz de detectar la actividad cerebral gracias al flujo sanguíneo, en este caso llegando a predecir el comportamiento gracias a dicha actividad. Concretamente se estudiaron las áreas cerebrales asociadas al placer y la recompensa (núcleo accumbens), y la región del cerebro asociada al autocontrol (circunvolución frontal inferior).
Para este primer estudio se reunieron 31 mujeres, las cuales fueron monitorizadas mediante fMRI mientras visualizaban una serie de imágenes. La mitad de estas imágenes eran alimentos grasos y muy calóricos (hamburguesas con queso, patatas fritas, postres…), y la otra mitad eran imágenes banales, como personas, paisajes, etc.
Durante la semana siguiente al estudio, las participantes recibieron un mensaje de texto dos veces al día en sus teléfonos, pidiéndoles que informasen sobre sus deseos de comida y conducta alimentaria o si tenían antojos. Además, se les pidió describir su ansia e intensidad del antojo, y si acababan cediendo a este.
Resultó que las participantes a las que se les detectó una gran actividad cerebral en la región de la recompensa durante el estudio eran mucho más propensas a caer en la tentación y ceder al antojo. Por otra parte, las que mostraron una elevada actividad de la región cerebral ligada al autocontrol tuvieron más éxito para evitar estos antojos. Las personas con una baja actividad cerebral en esta región del autocontrol eran hasta 8,2 veces más propensas a caer en la tentación.
Según López, en futuras investigaciones se buscará poder utilizar estos conocimientos con el objetivo de ayudar a personas con problemas de autocontrol frente a los alimentos, o que sufran algún tipo de trastorno alimentario.
Vía | LiveScience.