Anteriormente las grasas se encontraban en el punto de mira de la nutrición y la medicina como las grandes culpables de la actual epidemia de obesidad. Poco a poco hemos ido descubriendo que no son las grasas (a excepción de un tipo, las grasas trans o refinadas), sino más bien los carbohidratos. Aún así, aquí cabe añadir un apunte, y es que los carbohidratos en general no son “el enemigo”. De nuevo, debemos fijarnos en el tipo de carbohidratos, pues destacan como perjudiciales los ya conocidos como carbohidratos refinados.
Ahora debemos añadir un perjuicio más a este tipo de carbohidratos, pues no solo fomentan la obesidad en la sociedad, sino que por lo visto también podrían aumentar el riesgo de depresión tras la menopausia.
Carbohidratos refinados: Una mala elección
Al menos así lo afirma un reciente estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, cuya conclusión es que una dieta con cantidades elevadas de carbohidratos refinados en mujeres menopáusicas conllevaría un mayor riesgo de sufrir depresión.
Los carbohidratos se encuentran en muchos alimentos, como el pan por ejemplo. En muchas dietas se excluyen totalmente con la finalidad de perder peso rápidamente, pero esto es un error. Lo ideal es poner el punto de mira en un tipo específico de hidratos: Los carbohidratos refinados, los cuales se encuentran en la harina blanca, pan blanco, arroz blanco y todo tipo de bollerías. Dicho tipo de carbohidratos han sido despojados de fibra, la cual podemos encontrar en los alimentos integrales y es esencial para una dieta correcta.
Una vez se consumen los carbohidratos, parte de su azúcar se descompone en forma de glucosa y acaba en el torrente sanguíneo. El llamado Índice Glucémico (IG) es una medida usada para determinar cuánta glucosa se descompondrá y pasará a la sangre según el carbohidrato consumido. Precisamente los carbohidratos refinados son los que tienen mayores índices glucémicos, al contrario que los carbohidratos procedentes de alimentos integrales, que tienen un IG bajo. A mayor IG, más glucosa entra a nuestra sangre, y más rápido lo hace. En consecuencia, los carbohidratos refinados y su alto índice glucémico son los mayores responsables de la diabetes o la obesidad actuales.
Carbohidratos refinados y menopausia, una mala combinación
Ahora bien, ¿podrían los carbohidratos refinados colaborar en la depresión? James Gangwisch y sus colegas de la Universidad de Columbia se dispusieron a investigarlo.
Analizaron datos de más de 90.000 mujeres posmenopáusicas que habían participado en un estudio de los Institutos Nacionales de Salud realizado entre 1994 y 1998. Se trataba de un estudio observacional en mujeres posmenopáusicas de entre 50 y 79 años, a las cuales se siguió durante 8 años.
Se examinaron los niveles de depresión en estas mujeres, el tipo de carbohidratos consumidos, los rangos de IG y la carga glucémica.
Según sus resultados, las dietas con alto índice glucémico y mayor consumo de carbohidratos refinados se asociaban a un aumento de hasta un 22% del riesgo de depresión en las mujeres postmenopáusicas. Además, el mayor consumo de lactosa, fibra, frutas y verduras enteras (sin zumos) se asociaba significativamente a una menor probabilidad de desarrollar depresión.
Por el momento, eso sí, no podemos afirmar que una dieta con índices glucémicos bajos pueda servir como tratamiento o prevención primaria para la depresión tras la menopausia. Habrá que seguir investigando al respecto.
Vía | EurekAlert!
Fuente | Journal of Clinical Nutrition.