¿Por qué nos mordemos las uñas? La onicofagia

Morderse las uñas es una costumbre tan fea como cotidiana, ya que el 45% de los menores se muerde las uñas, y hasta un 10-25% de los adultos siguen mordiéndoselas. Aunque tanto estética como socialmente queda mal, la gente sigue haciéndolo, como una conducta automática sin resolver y sin darse apenas cuenta.

A partir de cierta edad, alrededor de los 13-15 años, un elevado porcentaje de los individuos que tienen esta costumbre la dejan de lado (sobre todo las chicas, por el tema de pintarse las uñas o lucirlas lo más bonitas posible, entre otras cosas). Por tanto, suele arraigarse más a individuos adultos del género masculino (parece ser que los chicos nos cuidamos menos).

Diferentes estudios, como uno publicado el año pasado en “Biomed Central”, nos dicen que la causa de esta mala costumbre se debe a intentar disminuir la ansiedad, el estrés o el nerviosismo (como fumar o comer pipas, o chicle, o rechinar los dientes). Al cabo del tiempo acaba convirtiéndose en un acto inconsciente,  se hace de forma totalmente automática, se convierte en una costumbre más de tantas y tantas otras.

Llega un momento donde muchas personas que tienen esta costumbre acaban por abandonarla por estética (las uñas mordidas no suelen quedar muy agradables a la vista) o por simple vergüenza a que los amigos o compañeros les vean las uñas mordidas. Sin embargo, hay mucho más que estética en la onicofagia, porque puede acarrear diversos problemas de salud asociados, como los siguientes:

Dientes y labios: El constante repiqueteo entre los dientes al mordernos las uñas no puede acabar demasiado bien, por lógica. Los dientes y su esmalte acaban desgastándose, y los dientes  y labios pueden acabar deformándose si esta costumbre viene de muchos años. Esto sería también un problema estético añadido, pues los dientes acabaran recortados por el desgaste.

Uñas: Más de lo mismo. A parte del problema estético, está el problema de salud, ya que si nos mordemos las uñas continuamente acabaremos provocando que no crezcan como deben. Se provocaran así pequeñas alteraciones en el denominado “lecho ungueal” (zona donde se dispone la uña en el dedo). Estas alteraciones pueden dar lugar a heridas o inflamaciones, provocando finalmente dolor. Incluso se pueden llegar a crear padrastros o verrugas.

Infecciones: Con la onicofagia, que provoca pequeñas heridas en la zona de la uña, es fácil pensar que pueden aparecer infecciones (bacterias, virus, hongos…) que pueden penetrar por estas heridas. Además, si pensamos que lo tocamos todo con la punta de los dedos, es fácil imaginar que estos microorganismos pueden acabar en nuestra boca al mordernos las uñas, provocando también infecciones en boca, dientes y encías (una maleza, hablando claro).

Alteraciones psicológicas: Como he comentado anteriormente, los individuos que practican la onicofagia pueden sentirse avergonzados por el hecho de que otras personas les vean las uñas mordidas, con heridas, o incluso infectadas. Esto puede ser un problema en actividades en grupo donde las manos quedan muy a la vista.

Así pues, como conclusión, recordad que para cambiar costumbres lo más importante es tener una gran fuerza de voluntad. Si esto no es suficiente, la otra vía sería acudir al psicólogo, pues hay cosas que pueden llegar a estar muy arraigadas y ser difíciles de cambiar.

Vía: Consumer / Salud.

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