Estoy seguro de que no soy el único que, al oír su voz grabada (sea en un vídeo o en una grabación únicamente de sonido), escucha con un poco de incredulidad y escepticismo. “¿De verdad es esa mi voz? ¡Pero si no se parece en nada! Será que el grabador va mal”
¡Seguro que más de una vez habéis dicho esa misma frase, o una similar! Pues, aunque parezca increíble, no es culpa de ninguno de los dispositivos o aparatos que hemos usado. Y podemos comprobarlo de una forma muy simple: si le ponemos a alguien más la misma grabación, es seguro que no notará nada raro en nuestra voz, sino todo lo contrario: le parecerá exactamente la misma de siempre. ¿Dónde está entonces el problema? Pues en el único elemento que queda en la ecuación: nosotros mismos.
El sonido audible es producido por ondas de presión que al propagarse, mueven las partículas de aire que hay a su alrededor. En el caso de la voz, estas son generadas por la vibración de nuestras cuerdas vocales, haciendo que pase a través de ellas el aire que respiramos y que termina llegando hasta los oídos, donde se interpretan y escuchan. El quid de la cuestión está en que, mientras que a, resto de gente y observadores dicho sonido les llega a través del medio que los separa, en el caso del emisor algunas de las frecuencias de este (concretamente, las más bajas) llegan directamente al oído interno por nuestro propio interior, sin llegar siquiera a salir al exterior.
Al unir los dos frentes de onda (el que nos llega externamente y el que lo hace internamente), el resultado es la onda sonora que nosotros creemos que es nuestra voz, pero que no lo es para los demás, que sólo perciben las ondas que se propagan por fuera de nuestro cuerpo. ¿Cuál es el problema? Que, al oír nuestra voz en una grabación, debido a que no estamos generando el sonido en ese momento, no nos llegan las vibraciones que se propagan por nuestro cuerpo, sino que recibimos el sonido de la misma forma que cualquier otra persona. Simplemente, es como si otra persona estuviera emitiendo exactamente las mismas ondas que nosotros. Es decir, que no es que nuestra voz suena rara cuando no está grabada, es que nos suena rara si no la escuchamos justo en el momento en que la estamos generando.
Fuente: Exploratorium.edu, Planeta curioso