En edafología, una de las asignaturas que cursé en la carrera, se realizaba el estudio completo, viendo interacciones entre la materia orgánica y la inorgánica, tanto desde el punto de vista físico, como químico y biológico, para dar lugar a la formación del suelo.
Era una asignatura que me sorprendió bastante, no imaginé lo complicado que podía llegar a ser el terreno que podemos pisar a diario cada día. Es una de esas cosas que damos por supuesto que están ahí, sobre las que nos apoyamos, y nos planteamos nada sobre ella.
¿Qué pasa con el suelo?
Según investigaciones realizadas conjuntamente por el Centro Helmholtz para la Investigación Medioambiental (UFZ por sus siglas en inglés), la Universidad Técnica de Dresde, la Universidad de Estocolmo, el Instituyo Max Planck para la Biología del Desarrollo y la Universidad de Leibniz, y publicadas recientemente en Biogeochemistry, informan que los restos bacterianos que se encuentran en los suelos, son mucho mayores de lo que se suponía anteriormente. Se indica que alrededor del 40% de la biomasa microbiana se convierte en componentes orgánicos del suelo.
Antes se pensaba que los principales componentes del suelo era material vegetal en descomposición, que se convertía directamente en sustancias húmicas (constituyentes principales del humus, materia orgánica del suelo), y que en la composición del suelo, las bacterias y demás microorganismos no jugaban un papel importante. Se ha comprobado que no es así.
A través del análisis realizado a muestras de suelo de una región glaciar del cantón suizo, en Uri; glaciar que ha experimentado un retroceso de alrededor de 1 kilómetro en los últimos 150 años. Comprobaron que el granito había sido recolonizado por organismos vivos acompañados de desarrollo de suelo, tras lo cual, aparecían por este orden, musgos, pastos, arbustos y árboles posteriormente.
La microscopía electrónica de escáner (que lamentablemente no he tenido el placer de probar) fue de gran ayuda para el estudio realizado; ya que se pudo ver los procesos tempranos del desarrollo del suelo, y se comprobó que en la cubierta de partículas minerales del suelo había residuos de paredes celulares bacterianas que se habían desarrollado desde la edad del suelo.
Suelo y clima, ¿tienen algo en común?
Aparentemente todos los esfuerzos se centran en evitar emisiones de gases de efectos invernaderos, mirando siempre hacia la contaminación que expulsamos, pero nunca miramos hacia nuestros pies, hacia el suelo.
La materia orgánica del suelo representa la mayor fracción de carbono confinado de forma terrestre en la biosfera. El suelo es uno de los factores clave que controlan la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. El cambio climático puede por tanto ser reducido o acelerado, de acuerdo al manejo de la fuente del suelo.
El suelo vendría a ser un cofre gigantesco en el cual, poco a poco se retiene dióxido de carbono, que no se emite al exterior. Con lo que, como dice Matthias Kästner del Centro Helmholtz:
“Esto significa que una primera medida principal para proteger el clima debería ser proteger el suelo”
Conclusiones
Yendo a las islas británicas, podemos ver hasta qué punto es importante el dióxido de carbono retenido en el suelo. La cantidad de este gas que escapa anualmente a la atmósfera debido a la degradación de la materia orgánica de los suelos en Inglaterra y Gales es igual en magnitud a las reducciones anuales de gases de efecto invernadero que realizan allí.
De la misma forma que nuestras acciones, que nos pueden parecer pequeñas para contribuir con la lucha contra el cambio climático, también el suelo, que podemos considerar como algo sin importancia, es de gran ayuda; con lo que muchos “pocos” hacen un mucho, de nosotros depende.
Fuente: Biogeochemistry
Imagen: Flickr