Últimamente está muy de moda hacer las cosas a distancia. Sin ir más lejos, en los últimos años hay cierto “boom” de cursos o clases a distancia impartidas desde las universidades que pueden verse directamente desde el domicilio de cada uno, o cursos que podemos hacer cuando queramos, cuando tengamos tiempo. Pero, ¿se podría aplicar la misma fórmula a los tratamientos psicológicos?
Es evidente que nuestra sociedad actual va muy rápido, nunca hay tiempo para nada y hay mil ocupaciones que atender: trabajo, estudios, cuidado de niños o de nuestros mayores. Y, si a esto añadimos la falta de transporte (coche, tren o bus según la zona donde vivamos), se puede complicar lo de poder acudir a una sesión de psicoterapia. Pero, como hemos comentado al inicio del artículo, poco a poco van saliendo estudios que comparan el aprendizaje en clase con el aprendizaje a distancia, y no existen diferencias significativas en la calidad (si preguntara a mis compañeros de carrera, más de la mitad dirían que no suelen ir a clase, y sin embargo las calificaciones no han empeorado por ello).
Pero volvamos a lo nuestro, el tratamiento psicológico. Hoy por hoy existen mil y una herramientas tecnológicas que ofrecen una buena calidad de comunicación a distancia (como Skype o los Hangouts de Google + sin ir muy lejos). Incluso la Asociación Americana de Psicología ha empezado a usar estos medios, junto al correo electrónico y otros medios de videoconferencia para ayudar y asesorar a sus pacientes.
Además, como no podía faltar, existe un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge y publicado en Monitor on Psychology que asegura que la terapia telefónica entre un paciente y su psicólogo tiene los mismos o mejores resultados que la psicoterapia en persona.
En dicho estudio estudiaron a los individuos adultos del Reino Unido con depresión y ansiedad leves y moderadas que recibían terapia cognitivo-conductual vía telefónica. Dichos pacientes mejoraron tanto o más que los que recibían terapia presencial. Pero, en las personas con síntomas graves, no se vieron los mismos resultados.
Por otra parte, si observamos los beneficios económicos, este tipo de terapia sería más barata que la terapia tradicional, aparte de que podría llegar a muchos más individuos que tuvieran dificultad para acceder a estos servicios de salud mental desde su lugar de residencia.
Por supuesto el teléfono es una de muchas opciones actualmente. Yo por ejemplo, ya que existe, intentaría usar la videoconferencia (sería lo más parecido a estar en una terapia presencial, el teléfono me parece más “seco”). Eso si, la terapia presencial no tiene ni debe desaparecer. Esto simplemente es una de las alternativas a las que tenemos acceso, pero hay casos donde no podría llevar a cabo el mismo efecto.
Sin embargo, como hemos comentado, este tipo de terapia a distancia llega a tener los mismos beneficios (si la sintomatología es leve o moderada), es más barata, más cómoda, y puede llegar a un mayor número de pacientes. ¿Qué opináis? ¿Le veis futuro a este tipo de tratamiento o seguiríais prefiriendo el trato personal y presencial?
Vía | Psychcentral.