¿Cuántas veces hemos escuchado que tengamos cuidado con las radiaciones producidas por los móviles, hornos de microondas, antenas de telefonía, etc., porque pueden ser perjudiciales para nuestra salud?
Vivimos en una era tecnológica sin precedentes y era (!) normal preocuparse por estas radiaciones cuando no existía literatura científica sobre el tema. Por el contrario, lo que ya no es normal es que después de los numerosos estudios científicos que se han llevado a cabo y que han desmontado sistemáticamente que no existe ninguna relación entre los móviles y el cáncer, a día de hoy todavía perdure en la población ese temor sin fundamento alguno.
Para más inri, los distintos medios de comunicación parecen haber hecho caso omiso de todos estos estudios científicos al continuar con su incesante propaganda sobre la peligrosidad de las ondas de radio, una prueba más que nos demuestra la profunda ignorancia científica que existe en la prensa.
¿Y por qué traemos ahora este asunto al blog? Porque recientemente se ha publicado los resultados del programa de Investigación sobre Telecomunicaciones Móviles y Salud (MTHR) en Reino Unido, un estudio de once años de duración que finalmente no ha encontrado ninguna relación entre los móviles y el cáncer.
Cabe destacar que en ciencia no se puede demostrar una negación; en otras palabras, nunca seremos capaces de probar que los móviles no causan cáncer, pues solo podemos llegar a la conclusión de que no existe relación alguna entre ambos. Es como intentar demostrar que los Reyes Magos no existen.
En definitiva, no hay ninguna prueba que nos haga sospechar que las ondas de radio puedan alterar el ADN y, por tanto, producir cáncer. La evidencia científica es bastante clara: la energía absorbida tras una exposición prolongada a las ondas de radio no pueden romper las moléculas de ADN de nuestras células; además, los estudios que se han realizado en animales nos revelan una vez más que no hay aumento alguno en la probabilidad de padecer cáncer.
Aun así, ante estos resultados tan tajantes, los medios de comunicación no se quieren hacer eco de ello y siguen alarmando a la población sobre los posibles efectos perjudiciales de estas radiaciones que ya hemos visto que son inofensivas. Aunque en este artículo nos hemos centrado fundamentalmente en las radiaciones producidas por los teléfonos móviles, lo mismo ocurre con los distintos aparatos que emiten radiaciones en frecuencias similares como los hornos de microondas, las antenas de comunicación, los routers Wi-Fi, etc., lo que desmonta muchas leyendas urbanas que están muy extendidas entre la población.
La conclusión es clara y directa: no hay ninguna prueba que demuestre que las radiaciones producidas por todos estos dispositivos sean perjudiciales para la salud humana. Si por lo que sea no interesa comunicar los resultados de los innumerables estudios científicos que se han realizado hasta el momento, es otro tema aparte.