El control mental es algo que se ansía conseguir desde hace muchísimos años, y suele ser el objetivo de muchos supervillanos de películas o cómics (o de dictadores reales). Pero estos últimos usan un control más psicológico, y los supervillanos usan complejos aparatos que suelen acabar rotos. Hoy os hablaré de un control cerebral real, mediante implantes cerebrales y luz, con un gran futuro como tratamiento para enfermedades como la epilepsia, el Alzheimer, la esquizofrenia o las adicciones, llegando incluso a crear nuevos recuerdos en la mente humana.
Se trata de la optogenética, un área de la ciencia capaz de controlar la mente mediante un interruptor de luz. Estos científicos han sido capaces de utilizar haces de luz para activar las neuronas que controlar nuestras acciones o pensamientos cotidianos, activándolos o desactivándolos a voluntad.
Las pruebas han sido realizadas en monos, nuestros parientes más cercanos, a los que se ha conseguido mandar a dormir utilizando la luz. Se espera conseguir el mismo resultado con seres humanos.
¿Cómo funciona este proceso?
Para empezar, hay que modificar genéticamente las neuronas del cerebro para que puedan reaccionar a la luz (esto es una ciencia emergente y aún no se saben los efectos a largo plazo en humanos).
Así, se colocará un implante directamente en el cerebro, para poder proporcionar luz a las neuronas utilizando fibras ópticas (similares a las que se usan en las redes de Internet de banda ancha actuales).
Según comenta el Dr. Edward Boyden, ingeniero biológico del Instituto de Tecnología de Massachisetss:
“Como terapia, esto podría ayudar a luchar contra las enfermedades que son difíciles o poco probable de ser tratado por otros medios. Hemos llevado a cabo las primeras pruebas de la optogenética en primates y hemos demostrado que es segura. Estamos aún muy lejos de hacer esto en los seres humanos, pero su potencial es muy emocionante”.
Este grupo de investigadores ha construido un implante que puede hacer reaccionar a la luz a diferentes áreas del cerebro y hasta células individuales. Esto se debe al descubrimiento de determinadas moléculas sensibles a la luz encontradas en algunas algas y bacterias, que usan tales moléculas para crecer.
Estas moléculas permiten un flujo de actividad eléctrica a través de las células y, como las neuronas cerebrales también se basan en impulsos eléctricos, podríamos decir que las moléculas permitirían impulsos similares pero desde el exterior (en lugar de entre neuronas).
Además, el Dr. Boyden y su grupo utilizaron virus modificados genéticamente para introducir estas moléculas sensibles a la luz dentro de las neuronas. El virus insertaba el gen de las altas en estas células, dándoles así la información necesaria para fabricar sus propias moléculas sensibles a la luz. Así, según el gen insertado por el virus, las neuronas se activaran o se desactivaran según la orden de los científicos.
Los implantes cerebrales no son nuevos, pues ya se usan desde hace años, como por ejemplo los implantes cocleares. Pero los implantes de luz son mucho más específicos, ya que pueden apuntar a una única neurona individualmente, o a áreas cerebrales determinadas.
Pensad en todas las terapias que podrían conseguirse con estos implantes. Podrían evitarse los ataques epilépticos, que se deben a un exceso de función neuronal, donde simplemente habría que “apagar” esas neuronas que funcionan en exceso. O la esquizofrenia, donde también existen áreas cerebrales con exceso de funcionamiento. Por otro lado, podría disminuirse el dolor, reduciendo las señales neuronales hacia las áreas donde se sufre este dolor; o tratar adicciones, alterando las neuronas del circuito de la recompensa.
En definitiva, el “control mental” no tiene porque ser malo, siempre y cuando se utilice como tratamiento o terapia en las diferentes enfermedades neuronales o trastornos psiquiátricos que conocemos hoy en día.
Vía: The Telegraph.