La migraña o cefalea vascular es uno de los tipos de dolor de cabeza más invalidante. Los que lo sufren lo describen como un dolor pulsátil y muy intenso, que normalmente comienza en un lado de la cabeza aunque a lo largo del episodio suele extenderse a toda la cabeza; la duración de las crisis de migraña es variable, oscilando entre 3 horas y 3 días. Durante los momentos más intensos de dolor la mayoría de los pacientes presenta fotofobia y fonofobia (fuerte sensibilidada la luz y los sonidos respectivamente), así como algunos síntomas estomacales (náuseas y vómitos) que contribuyen a incrementar el malestar generado por el propio dolor.
Aunque la fisiopatología de la migraña es bastante compleja, simplificando podría decirse que la principal causa es una alteración vascular basada en una respuesta de activación y vasoconstricción periférica y un proceso compensatorio de vasodilatación que, finalmente, será el responsable de la aparición del dolor. Es conveniente considerar también la posible implicación de factores musculares, concretamente de un excesivo nivel de tensión muscular, que interviene tanto en el inicio como en el mantenimiento y/o agravamiento de muchos de los episodios de dolor. Además, una activación de la rama simpática del Sistema Nervioso Autónomo propia de una alteración emocional o situación estresante desencadena el proceso descrito. Es por ello que las intervenciones psicológicas tiene un papel importante en el alivio de la migraña.
Las intervenciones psicológicas que han demostrado mayor eficacia en la prevención y reducción del dolor son las técnicas de relajación, la bioretroalimentación y la terapia cognitivo-conductual del manejo del estrés.
La experiencia clínica sugiere que un primer paso en el manejo debería ser la identificación de los activadores de estrés y factores psicosociales que agravan el dolor. Así mismo, la identificación de signos físicos iniciales como tensión muscular, pueden ayudar a poner en práctica determinadas técnicas que “frenen” el aumento del dolor y previenen el medicamentos. A menudo por ansiedad y miedo al dolor se estimula el consumo de fármacos de los que en ocasiones se puede prescindir.
Técnicas de relajación
Se usan tres tipos de técnicas: a) relajación muscular progresiva, basada en la relajación y tensión alternada de grupos de músculos de todo el cuerpo; b) práctica autógena, consistente en el uso de auto afirmación de sentimientos de calidez y letargo para lograr un estado de relajación profunda; y c) ejercicios de meditación o relajación pasiva, los cuales usan palabras repetidas en silencio o sonidos para promover calma mental y relajación. Estos procedimientos de relajación a menudo son combinados en un tratamiento global. El objetivo es el desarrollo a largo plazo de la prevención, más que la reducción del dolor durante un ataque agudo.
Bioretroalimentación
La bioretroalimentación se refiere a procedimientos que proveen información acerca de procesos fisiológicos, lo que permite aprender a modificar y controlar las respuestas fisiológicas. Funciona como un espejo que desvela la información inmediata sobre las condiciones fisiológicas y que unido a un entrenamientoa través de señales acústicas o visuales, permite su percepción, aprendizaje y control por parte de la persona. Existen viarios tipos de bioretroalimentación Una de ellas es la electromiografía (EMG) que mide la contracción y relajación muscular; la bioelectroencefalografía (EEG) que registra la actividad eléctrica cerebral y la bioretroalimentación de la temperatura de la piel o de control térmico, a través del cual se aprende a elevar la temperatura del dedo de la mano.
Terapia cognitiva – conductual
La terapia cognitiva conductual para el tratamiento del dolor ha cobrado cada vez mayor relevancia en el ámbito teórico y clínico. Las intervenciones cognitivas parten de la base de que el paciente cuenta con una conceptualización inadecuada acerca de su problema de dolor, lo cual genera expectativas, creencias, actitudes, emociones y estrategias de afrontamiento desajustadas o desadaptadas que agravan el problema de dolor e impiden su recuperación. Está diseñada para ayudar a identificar y modificar respuestas que puedan disparar o agravar la migraña, por ejemplo, los patrones negativos de auto derrota. Las estrategias de distracción, control de la atención, imaginación, conceptualización del problema, reestructuración cognitiva de creencias y valores, entrenamiento de estrategias de afrontamiento, resolución de problemas, auto instrucciones, o hipnosis, son algunas de las técnicas cognitivas más usadas en el manejo del dolor crónico. El objetivo de todas es tener efectos de forma indirecta sobre el dolor y sus aspectos funcionales asociados. De forma directa modifican esquemas, ideas, miedos, creencias irracionales, catastróficas, o inadecuadas, expectativas, percepción de auto-eficiencia, estados emocionales, sugestionabilidad, o diálogo interno entre otros.
Fuentes: The Journal of Headache and Pain; Actualidades en Psicología; Revista de Casos Clínicos en Slud Mental