Con la modernización de la tecnología, muchos han sido los avances e inventos que han formado parte (o siguen formando parte) de las tareas científicas y, en mi caso. médicas, ya que la modernización de los quirófanos ha conseguido que se realicen operaciones cada vez más y más precisas, con un menor número de lesiones para el paciente, llegando a sólo dos o tres pequeñas cicatrices de apenas dos centímetros de ancho (cirugía laparoscópica).
Hoy, nos centraremos en uno de esos avances más recientes, ya que el estudio al que haré referencia se publicó nada menos que ayer, 15 de noviembre, en la conocida revista Science.
La investigación ha tratado de crear un músculo artificial, pequeño, de momento, pero con una potencia 200 veces superior a los músculos humanos normales de su mismo tamaño. Y, claro, como he dicho al principio, uno de sus futuros usos será el de servir como parte de una nueva generación de brazos robóticos (usados en algunos quirófanos, aunque yo aún no he tenido la suerte de verlo), flaps de las alas de avión, o cualquier otra función que se os pueda ocurrir. Las posibilidades pueden ser infinitas.
Ray Baughman es el investigador que lideró al equipo de este estudio, además de ser investigador de nanotecnología por la Universidad de Texas, en Dallas. Él y sus colegas han conseguido algo que científicos de todo el mundo llevan tratando de encontrar desde hace tiempo, un músculo artificial que funcione de la manera más natural posible (similar a los músculos humanos), de forma precisa y delicada. A este músculo se le denomina a veces “hilo”, ya se se asemeja a los hilos corrientes por la forma en la que se teje.
Aparte de las funciones que he destacado, como el uso médico o en aviones, este equipo de Texas ha pensado en otros usos más lúdicos, y se han entretenido usando estos “hilos” para abrir o cerrar persianas, en función de la temperatura de la habitación. Por otro lado, también se ha pensado en usar estos músculos artificiales, más semejantes a los naturales que ya conocemos, para usarlos dando aspecto natural a las expresiones faciales en los nuevos robots.
Como algunos ya intuiréis, la fabricación de estos pequeños músculos (que esperan poder crear en formato más grande y largo), corre a cargo de nanotubos de carbono, un pequeño material de alta tecnología que ultimamente se esta usando en múltiples investigaciones.
Baughman y su equipo torcieron estos nanotubos, de una forma similar a los giros que se dan en las fibras de algodón o en la lana, creando hilos más gruesos y fuertes. El espacio hueco en los nanotubos se llena de materiales como la parafina (la cera usada en velas). Entonces, para la contracción, este armazón se calienta brevemente, la parafina o cera se expande contra los nanotubos y los hace más anchos y cortos, y cuando se enfría la parafina, se relaja el músculo, dejando los nanotubos más largos y estrechos.
Los investigadores consiguieron que los músculos se acortaran y alargaran cada 25 milisegundos, es decir, contracciones rápidas, por lo que estos músculos artificiales podrían realizar una amplia variedad de trabajos.
Para el futuro, el equipo de Baughman quiere conseguir que los músculos reaccionen a sustancias químicas, y no solo al calor o el frío, ya que los motores de calor son energéticmente ineficientes, y usar la química puede llegar a ser más práctico.
Vía: Tech News Daily.