Actualmente, enfermedades como el síndrome de fatiga crónica, el dolor crónico u otras formas de dolor como la fibromialgia, tan solo tienen un diagnóstico clínico. Es decir, no hay pruebas físicas que hayan conseguido demostrar cambios en el organismo para que se produzca este dolor. Se han intentado crear pruebas como análisis de sangre en la fibromialgia, y sabemos que determinados tratamientos como una mejora del sueño en el dolor crónico son efectivos, pero su diagnóstico es complicado. Sin embargo, puede que esto esté a punto de cambiar respecto al síndrome de fatiga crónica, pues han conseguido descubrir una relación entre la inflamación cerebral y este síndrome.
La inflamación neuronal, una pista que apunta hacía la fatiga crónica
La nueva investigación publicada en el Journal of Nuclear Medicine, y a cargo de Yasuhito Nakatomi y sus colegas del Centro RIKEN de Ciencia de la Vida y Tecnología en Hyogo (Japón), afirma que podría ser posible detectar el síndrome de fatiga crónica mediante una prueba de imagen. Concretamente, la prueba sería un estudio PET, donde se analiza el metabolismo celular mediante imágenes.
Cabe destacar, eso si, que aunque el estudio es esperanzador la investigación incluyó muy pocos sujetos: 9 pacientes diagnosticados de síndrome de fatiga crónica y 10 individuos sanos. Si, son pocos, pero por algo se empieza, ya que es la primera investigación que ha conseguido demostrar una posible relación entre neuroinflamación y fatiga crónica, un síndrome que incluye fatiga, dolor, depresión y dificultad del pensamiento; procesos que justamente están relacionados con las áreas de inflamación detectadas durante la investigación. Actualmente las causas del síndrome de fatiga crónica están en pleno debate, pues se especula que pueden ser bacterias o virus, pero nunca han habido pruebas concluyentes de ello.
El estudio de la fatiga crónica mediante neuroimagen
Durante la investigación, todos los participantes rellenaron cuestionarios sobre la intensidad de sus posibles signos y síntomas de fatiga crónica. A continuación, se les estudió mediante neuroimagen las áreas cerebrales que tendrían un papel clave en el proceso: Corteza cingular, hipocampo, amígdala, tálamo, mesencéfalo y región de Pons.
Como era de esperar, en aquellos pacientes que sí sufrían síndrome de fatiga crónica se detectó una neuroinflamación generalizada en las áreas de estudio. Sin embargo, los pacientes sanos no sufrían tal inflamación. Pero la cosa no quedó ahí, sino que también se encontró una relación gradual entre el nivel de inflamación y la gravedad de la enfermedad. Por lo visto, los patrones se correlacionaban directamente con los síntomas del síndrome de fatiga crónica (si había más inflamación en un área determinada, los síntomas de dicha área eran más severos en comparación a las demás).
Finalmente, cabe apuntar que el equipo de Nakatomi no consiguió establecer una relación directa de causa-efecto entre los cambios cerebrales y la fatiga crónica, y no está totalmente claro si la inflamación se produce antes de la enfermedad, o como resultado de ella. Existe una relación, es decir, ambos procesos suceden como causa o consecuencia del otro, pero no se sabe cual de las dos opciones es la real. Aún así, los autores sugieren que el estudio debe tenerse en cuenta para seguir investigando sobre qué ocurre en el cerebro cuando se sufre fatiga crónica, tanto para diagnosticar la enfermedad como para evaluar su tratamiento.
Vía | WebMD.