Los animales rumiantes, como las vacas, ovejas o cabras, deben su nombre a un órgano digestivo especial: el rumen. En él se digiere la celulosa y otros componentes de las plantas de las que se alimentan gracias a los microorganismos que viven allí. Puesto que una buena parte de la alimentación humana se debe a estos animales, el estudio de los microorganismos del rumen tiene una importancia económica muy grande.
La gran mayoría de los animales somos incapaces de digerir la celulosa. Lo que hacen los rumiantes es utilizar a las bacterias como elementos digestivos, para metabolizar la celulosa a glucosa y así poder utilizarla como fuente de energía. En la imagen de la derecha podemos ver a Ruminococcus albus, una de las bacterias más abundantes del rumen.
El rumen contiene entre 10.000-11.000 millones de bacterias por gramo de fluído. Estamos hablando de una cantidad realmente abrumante. A parte de hacer posible la alimentación a base de hierba, la digestión de estas células microbianas es la principal fuente de proteínas y vitaminas para el animal, haciéndolos nutricionalmente superiores al resto de animales cuando tienen que ingerir alimentos deficitarios en proteínas, como la hierba.
La importancia de estas bacterias es tal que si estos animales cambiasen radicalmente de dieta, por ejemplo, de hierba a cereales, podría causarle enfermedades o incluso la muerte, ya que proliferarían una serie de bacterias que cambiarían el pH del rumen, con las consecuencias fatales de esa acidificación.
Pero no todo son bacterias en el rumen, también necesitan de otros microorganismos que se alimentan de las bacterias para controlar su densidad, y de hongos, que también ayudan a la digestión.
Una vez más vemos que los microorganimos son nuestros aliados y no nuestros enemigos.
Fuente: Brock (2009).