No es algo nuevo; de hecho, el debate que pone en duda las bondades de los edulcorantes como sustitutos ideales del azúcar ya hace años que incomoda a científicos e industria alimentaria. Según podemos leer en muchos lugares, los edulcorantes son ideales para combatir, con su sabor dulzón, las elevadas calorías del azúcar, para minimizar el riesgo de desarrollar caries dental, o para reducir la afectación a la glucosa de la sangre o la respuesta insulínica (y, como consecuencia, prevenir enfermedades crónicas como la diabetes).
Un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del Weizmann Institute of Science de Israel ha vuelto a poner en entredicho una de estas bondades de los edulcorantes, derrumbando la teoría según la cual los edulcorantes ayudan a controlar la diabetes. Según las conclusiones del trabajo, realizado tanto en ratones como en humanos, los edulcorantes artificiales podrían elevar los niveles de azúcar en sangre incluso en mayor medida que algunos refrescos y postres endulzados con azúcar.
La responsabilidad, aseguran los científicos, la tienen los intestinos. Detectaron que la sacarina, la sucralosa y el aspartamo pueden elevar los niveles deazúcar en sangre mediante un cambio drástico en la composición de los microorganismos (principalmente bacterias) que se localizan en los intestinos y que ayudan en la nutrición y el sistema inmunitario. Hay miles de millones de ellos (más que células en el organismo), y representan más de un 1,5 kg de nuestro peso corporal.
¿Por qué los resultados son tan importantes más allá de que sean incipientes? Se estima que en el mundo habrá más de 500 millones de personas con diabetes tipo 2 en 2030, con un gran impacto para la salud y los sistemas sanitario. La búsqueda de métodos de prevención y tratamiento, por lo que representa y representará esta enfermedad en el futuro, están por lo tanto en el orden del día.
Los detalles del estudio
Para la investigación, los expertos añadieron sacarina, sucralosa o aspartamo en el agua de un número determinado de ratones, y encontraron que sus niveles de azúcar en sangre fueron más elevados que los de los ratones que bebieron agua con azúcar (sin importar si los animales estaban en una dieta normal o una rica en grasas dieta). Cuando se suministraron antibióticos a los ratones alimentados con edulcorantes, con objeto de limpiar su intestino de las bacterias, sus niveles de azúcar en sangre volvieron a la normalidad.
Aunque los tres edulcorantes utilizados son trescompuestos diferentes, los efectos de todos ellos fueron muy similares entre sí. Fueron los escogidos por los científicos por abarcar la mayor parte del mercado.
Los científicos también estudiaron a casi 400 personas y encontraron diferencias entre los microorganismos intestinales de los que comieron y bebieron edulcorantes artificiales y los de los que no lo hicieron. Asimismo, aquellos que consumían con frecuencia edulcorantes artificiales tendían a tener mayores niveles de azúcar en sangre en ayunas (recordemos que es un precursor de la diabetes de tipo 2).
Por último, los investigadores reclutaron a siete voluntarios, cinco hombres y dos mujeres, que en su vida cotidiana no comen o beben productos con edulcorantes artificiales. Estos voluntarios recibieron, durante una semana, el máximo aceptable de sacarina diaria (establecido por la Food and Drug Administration norteamericana). Al final de la semana, los niveles de azúcar en sangre habían aumentado en cuatro de las siete personas.
Resultados contradictorios
Como era de esperar, esta investigación acarrea consigo algunas consecuencias. Para empezar, un grupo de la industria alimentaria ha asegurado que el pequeño número de ratones y personas estudiadas hacen los hallazgos difíciles de aplicar a poblaciones mayores. Por otro lado, un científico independiente describió a este estudio realizado en pocas personas como “profundo” (haciendo referencia a las siete personas del final del estudio).
El estudio, sea como sea, deja detrás de sí algunas dudas. Pone en duda estudios previos que, a pesar de no haber concluido con beneficios claros, tampoco han llegado a la conclusión unánime de que son seguros para el manejo de la diabetes. Es más, no hace ni tan sólo un mes apareció otro estudio publicado en US Endocrinology que aseguraba que los edulcorantes bajos o sin calorías pueden desempeñar un papel importante en el control del peso y ayudar así a la prevención y el tratamiento de la diabetes mediante sencillos cambios en la dieta. Vamos, todo lo contrario.
Además, quedan por resolver algunas cuestiones importantes, entre las cuáles por qué no en todas las personas, y ratones, aumentaron los niveles de azúcar en sangre tras la ingesta de edulcorantes. La respuesta podría estar en las diferencias individuales en las poblaciones bacterianas localizadas en el intestino. Los investigadores también han indicado la posible influencia de la dieta, la genética, el estado de salud general e incluso el sexo.
Microorganismos intestinales vs edulcorantes
Los investigadores israelitas se han ido acercando cada vez más al papel de los microorganismos intestinales en toda esta cuestión. Hace un año, investigadores de la Universidad de Adelaida en Australia publicaron en la revista Diabetes Care que el intestino podía jugar, ciertamente, un papel importante en el desarrollo de diabetes en su interacción a largo plazo con los edulcorantes. A pesar de ello, dichos investigadores no encontraron una relación a corto plazo entre los edulcorantes y la subida de los picos de glucosa. Curiosa relación entre ambos estudios, de la que se desprende que los efectos importantes podrían darse a largo plazo.
Insistimos en que los resultados son incipientes y que ni los propios investigadores se atreven a dar recomendaciones sobre el consumo de edulcorantes. Habitual. Quizás dentro de pocas semanas vuelve a aparecer otro trabajo que retome las bondades de la sacarina en el control de la diabetes.
Fuente | Webmd
Imagen | Juan de Dios Santander Vela (Flickr)