Hace unas semanas se anunciaba que las bebidas deportivas, así como otros alimentos con alto contenido en azúcar, sal y/o calorías serán retirados de las máquinas expendedoras en escuelas y cafeterías de Estados Unidos. Con esta medida, se da un paso al frente y debe servir para dejar claro que las bebidas deportivas puedes ser útiles, como su nombre indica, en la práctica deportiva pero nunca van a aportar beneficio alguno si no practicamos deporte la tomamos como una bebida para refrescarnos o por simple gusto de tomarla.
Bebidas deportivas ¿cuándo y por qué?
Algo tan lógico como que la bebida deportiva sólo debería consumirse al practicar deporte (¡y tampoco siempre! todo dependerá de la intensidad, duración y de la finalidad de nuestra sesión de entrenamiento) parece haberse olvidado desde que el marketing entró en escena y hace atractivas estas bebidas para todo tipo de públicos.
No obstante, la utilización de estas bebidas sólo cobra sentido cuando la actividad física es lo suficientemente intensa como para que el mayor aporte de energía provenga del metabolismo de los hidratos de carbono y si dicha actividad se va a mantener durante más de 90 minutos (el tiempo que se calcula que pueden tardar en agotarse nuestras reservas de glucógeno).
Y es que, la virtud de las bebidas deportivas es que son capaces de hidratarnos cuando hacemos ejercicio, a la vez que aporta hidratos de carbono a una concentración dada para su óptima absorción (de 4 a 8g HC/100 ml). Favoreciendo, de esta forma, un correcto aporte de glucosa a nuestros músculos que se encuentran trabajando y retrasando la aparición de la fatiga.
El aporte de sales minerales como el sodio está destinado para mantener una correcta hidratación, especialmente cuando el ambiente es muy caluroso y humedo. Pero aportar más sodio (sal) del que además solemos ingerir con los alimentos no es una característica recomendable si lo que haces es tomar estas bebidas mientras ves la televisión. Además, los colores llamativos y los sabores agradables y adictivos fomentan su consumo, que si bien puede ser útil para incitarnos a beber al practicar ejercicio, estas características de nuevo, no son nada ventajosas para aquellas personas sedentarias.
Bebidas deportivas ¿cuándo y por qué no?
Y aunque seamos deportistas y practiquemos ejercicio no debemos de recurrir siempre a ellas. En las sesiones de entrenamiento o de actividad física que no se extienda más de 60-90 minutos, así como aquellas donde la intensidad sea de baja a moderada, la utilización de agua va a ser más que suficiente.
En la población sedentaria o con actividad física baja, el consumo de estas bebidas deportivas debería evitarse totalmente. Y debo hacer especial hincapié en los niños que, por lo que he podido observar personalmente, son un grupo donde predomina el consumo de las bebidas deportivas ya que ven tremendamente llamativos los colores y diseños de estas bebidas.
Fuentes| National Post
Imagen| Prescouter