Desgraciadamente todos conocemos los posibles desenlaces de los trasplantes, y que uno de ellos es el rechazo de un órgano. Pues bien, con un poco de suerte nuestros descendientes jamás sabrán que es eso a menos que desempolven aquellos antiguos manuales de medicina o se descarguen pdf antiguos. Desde Atlanta, un grupo de investigadores ha tratado de dar solución a este problema y parece que lo están consiguiendo.
Reiniciar el sistema inmune para que no detecte como extrañas las células de los órganos trasplantados
Para que nos hagamos una idea de este proceso, dentro de nuestro cuerpo nuestros glóbulos blancos detectan ciertas moléculas que dan información sobre la identidad de cada célula u organismo, su carnet de identidad por así decirlo. Cuando no las reconocen como propias, se desarrolla una respuesta inmunitaria con el objetivo de proteger al cuerpo, ya sea destruyendo al cuerpo extraño o encapsulándolo.
Esto, a grandes rasgos, es lo que ocurre cuando nuestras defensas se encuentran con el órganos de otra persona que en realidad puede que nos esté salvando la vida.
Los investigadores realizan un proceso divido en 3 pasos que hace que esta respuesta disminuya considerablemente, evitando tratamientos muy agresivos basados en la inmunosupresión del paciente.
Primero inyectan durante el trasplante una molécula llamada alemtuzumab que limpia de glóbulos blancos la sangre. Estas células se recuperan en un periodo de 12 a 18 meses, pero curiosamente no reconocen como invasor el nuevo tejido trasplantado. Se ha producido el reset, y ya es identificado como formando parte de nuestro cuerpo.
Para evitar pequeñas respuestas en contra, pues nunca es 100% efectivo, se da belatacept, generalmente cada día pero disminuyendo la frecuencia según avanzamos en el tiempo.
El tercer y último paso consiste en dar un inmunosupresor que destruiría los posibles glóbulos blancos circulantes que hubieran sobrevivido al primer tratamiento, el sirolimus. Cuyas dosis también van disminuyendo.
Por el momento se ha llevado acabo un ensayo clínico con enfermos trasplantados de riñón y está dando muy buenos resultados, pasando de la toma de hasta 20 pastillas diarias a una inyección, o en el peor de los casos, una inyección junto a una píldora diaria.
Sólo queda por ver la evolución a largo plazo de esta nueva terapia y su posible expansión a otro tipo de trasplantes o enfermedades en que la inmunidad juegue un papel importante.