Como se define en la página web de la Asociación Contra el acoso escolar, el acoso escolar, también conocido como bullying en su acepción inglesa, es cualquier actitud agresiva, intencionada y repetida, que ocurre sin motivación evidente, adoptada por uno o más estudiantes contra otro u otros compañeros. Es una forma de maltrato psicológico, verbal o físico, producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. El tipo de violencia dominante es el emocional, y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares.
A propósito de un nuevo estudio sobre el acoso escolar realizado en más de 1.300 niños holandeses y sus profesores, y sin ánimo de profundizar en una cuestión tan compleja (podéis encontrar mucha información en la página de la dicha asociación), este artículo busca hablar de algunas de las claves del acoso escolar, centrándonos en cuándo comienza y qué personas son las más susceptibles de sufrirlo.
Antes de comenzar la escuela
El nuevo hallazgo, publicado por investigadores holandeses en la revista Pediatrics, ilustra la complejidad de esta problemática y círculo vicioso que, al parecer, comenzaría antes de ir a la escuela, contradiciendo lo conocido hasta ahora. En el mismo estudio, los expertos han logrado identificar un perfil muy susceptible de acoso: los niños con sobrepeso u obesos. Investigaciones pasadas ya habían mostrado una asociación entre el acoso escolar y el peso, pero la mayoría de esos estudios se centraron en niños mayores o en adolescentes. En cambio, la edad promedio de los niños de este nuevo estudio fue de 6 años.
Por lo tanto, el problema del acoso escolar se iniciaría desde el día en que los niños entran en la escuela. ¿Por qué sería importante este hallazgo? Hasta ahora, al parecer y según los investigadores, el acoso escolar se había considerado normalmente como un fenómeno que se produce en la escuela en el momento en el que los estudiantes aprenden las conductas de acoso de otros niños. Los resultados recientes, no obstante, implican que los niños podrían aprender estas conductas fuera de la escuela.
Obesidad: víctima y verdugo
Otro hallazgo preocupante fue que, al parecer, la obesidad podría aumentar el riesgo de los chicos de ser perpetradores y víctimas. Es decir, que los niños que son víctimas de acoso podrían empezar a creer que este es el modo de encajar y, por lo tanto, acabar acosando a otros niños. Convertirían el acoso en su modo de afirmarse a sí mismos después de experimentarlo.
Según los investigadores, muchas de estas conductas de riesgo podrían estar relacionadas con la autorregulación, la autodisciplina y la toma de decisiones, todas ellas relacionadas con en el funcionamiento ejecutivo del cerebro. También afirman que podría ser que hubiera algo de afrontamiento deficiente, al expresar la agresión porque están siendo víctimas y no saben cómo afrontarlo o cómo expresarlo.
Esta posibilidad también fue planteada por los investigadores, cuyo trabajo anterior mostró que tener sobrepeso u obesidad puede llevar a los niños a sufrir problemas sociales. Por ende, tener dificultades para gestionar sus emociones podría contribuir tanto a los problemas con sus compañeros como a las conductas anómalas con respecto a lo que comen, sugirieron los investigadores. Vamos, un círculo vicioso.
Al respecto de los problemas sociales, también una reciente investigación asegura que el acoso escolar eleva el riesgo de traumas en la edad adulta un 15%. El estudio concreta que se trata de aquellos que no resolvieron el problema en su momento. Este riesgo de complicaciones emocionales podría traducirse en inseguridad y dificultad para mantener relaciones estables de cualquier tipo. También podrían desarrollar una mayor probabilidad de caer en dependencias al alcohol o a las drogas.
Encuesta a gran escala
Los investigadores realizaron una encuesta sin saber qué niños eran acosadores o víctimas, con qué frecuencia se producía el acoso y de qué forma se realizaba: físicamente (golpes, patadas); verbalmente (burlas, insultos); relacionalmente (ser excluido o evitado), o materialmente (se ocultan o rompen objetos personales). Se clasificó a los niños en función de si tenían un peso normal o sobrepeso u obesidad basándose en su índice de masa corporal, una medida usada para evaluar el peso saludable de una persona en función de su estatura.
Los investigadores tomaron en cuenta otros factores que podrían aumentar el riesgo de ser acosador o de ser acosado: edad, sexo, origen nacional y nivel educativo de la madre, además de si el niño tenía hermanos o vivía en un hogar monoparental.
Los investigadores aseguran que, a pesar de que los niños del estudio eran holandeses, los resultados deberían poder extrapolarse a otros países.
Fuente | Medline
Imagen de portada | Daniele Zanni