Alimentación selectiva en niños, ¿relacionada con ansiedad y depresión?

Probablemente muchos padres sabrán lo que significa la “alimentación selectiva”, y si no es así lo que sucede es que conocen el fenómeno con otro nombre. Se trata de aquella situación en la que los más pequeños de la casa se niegan a comer determinados alimentos, donde destaca el ejemplo de las verduras, y en muchas ocasiones parece ser un simple capricho del niño.

Ahora, una reciente investigación por parte de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke, en Durham (Carolina del Norte), afirma que esto podría ser algo más que una simple mala conducta, y que la alimentación selectiva en niños tendría un estrecho vínculo con problemas de fondo tales como ansiedad o depresión.

La alimentación selectiva, mucho más que una mala conducta

Según el estudio, publicado recientemente en la revista Pediatrics, la alimentación selectiva en niveles moderados o graves podría asociarse a diversos problemas psicológicos donde destacarían trastornos de ansiedad, depresión o incluso trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Curiosamente, estos tipos de problemas de alimentación selectiva en los niños de edad preescolar son tan comunes que muchos médicos e investigadores los consideran como parte del desarrollo normal. Hasta un 14-20% de los padres reportan problemas de este tipo en sus pequeños, como claro ejemplo de que no son casos aislados.

Ahora bien, como se pregunta la autora principal del estudio Nancy Zucker: ¿Cuándo llega a ser un problema esta alimentación selectiva?

Evidentemente no hablan del rechazo a un alimento en particular, sino a una alimentación selectiva que llega a provocar problemas en el ámbito familiar, asociándose a problemas emocionales, sociales y físicos. Pero detectar esa línea donde es importante tratar el problema es algo más complejo, y por ello estos investigadores se dispusieron a realizar el estudio.

Se analizó a un grupo de 917 niños de entre 24 y 71 meses (entre 2 y 6 años). Se entrevistó a sus padres o tutores acerca de los hábitos alimenticios de los niños, funcionamiento y posibles síntomas psiquiátricos o variables ambientales de sus respectivos hogares. El objetivo era detectar cuándo la alimentación selectiva llega a un nivel moderado o grave, influyendo en el desarrollo normal y provocando deterioro psicológico.

Alimentación selectiva, ansiedad y depresión

Según los hallazgos de los investigadores, los niños con una alimentación selectiva moderada o grave eran hasta dos veces más propensos a sufrir síntomas de ansiedad social o ansiedad generalizada y depresión, respecto a aquellos niños que no eran tan exigentes con la comida. Los que se encontraban en niveles moderados no parecían propensos a ser diagnosticados como tal de un trastorno psiquiátrico, pero aquellos que llevaban a cabo una alimentación selectiva grave eran hasta el doble de propensos a ser diagnosticados de depresión.

Cabe destacar que, según Zucker, la solución no pasa necesariamente por cambiar los hábitos alimenticios de lo niños. Son necesarias nuevas herramientas para ayudar tanto a los padres como a los médicos. Además, también es necesario conocer el origen de dicho trastorno alimentario, tal como malas experiencias con algunos alimentos o excesiva sensibilidad a sabores o texturas que pueden acarrear ansiedad a los niños por ser obligados a consumir la comida.

Para los investigadores, la conclusión clara del estudio es que si la alimentación selectiva llega a niveles de deterioro psicológico funcional debería diagnosticarse como Trastorno por Evitación / Restricción de la Ingesta de Alimentos (ARFID en inglés), que ya existe como diagnóstico en el nuevo Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales.

Vía | News Wise.

Fuente | Pediatrics.

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