Hace un par de semanas, acabé mis prácticas en la sección de urgencias, y había una situación que se daba por hecho como algo natural: la desorientación. Normalmente, nuestros pacientes ya tienen una edad (la media de edad de los pacientes que visité estaba entre 70 y 80 años), y claro, eso de estar demasiado tiempo interno en una habitación blanca, con la luz justa o a veces incluso sin ventanas (la sección de urgencias esta para ir “de paso”, no para quedarse varios días, pero los recortes provocan esta situación…) acaba provocando algún que otro delirio o desorientación, y más aún si se tienen unos cuantos años.
Pero el caso de la UCI, o Unidad de Cuidados Intensivos, es peor si cabe que esta desorientación. En este caso los pacientes pueden ser de cualquier edad, y no sufren simple desorientación por falta de luz o por no estar en su propio hogar, sino que llegan a darse casos de verdaderas psicosis y alucinaciones cuando salen de esta unidad. Además, un 55% de los pacientes que salen de esta unidad acaban sufriendo trastornos de depresión o trastornos postraumáticos por estrés.
Alguno de ellos creen que los médicos intentan matarlos, ven fantasmas y sufren ataques de ansiedad, pero la mayoría se recupera rápidamente si se le ayuda a tiempo. El problema es que muchos de estos pacientes sienten vergüenza de contar su historia por miedo a creer que se han vuelto locos, pero realmente es una situación que sucede más de lo que se piensa.
Es más, según un estudio reciente llevado a cabo con 157 pacientes del Hospital de la Universidad de Londres, entre ellos se registró altos niveles de depresión, ansiedad y trastornos de estrés postraumático. Por tanto, es una situación bastante común en estos pacientes, no son rarezas, como bien comenta George Gardiner, jefe clínico de la Red de Cuidados Intensivos de Belfast:
“Los síntomas son causados por el ambiente y la enfermedad sufrida. Es muy incómodo y perturbador para la familia y los amigos, que también verán lo que está pasando. Es algo en lo que en la unidad de cuidados intensivos nos hemos venido concentrando durante los últimos diez años “
Actualmente las investigaciones se están centrando en tratar de mejorar la forma de detección de estos síntomas para poder tratar correctamente este problema, y se han desarrollado sistemas de puntuación para detectarlo de la forma más temprana posible, al menos en Irlanda del Norte:
“Hay una serie de estrategias que se pueden usar para tratar de normalizar el entorno del paciente. Incorporar los conceptos de día y noche cuando se pueda, reducir la cantidad de sedantes y liberar a los pacientes de las máquinas. Eso es algo que estamos tratando de impulsar aquí en Irlanda del Norte”
Finalmente, como apunta también el Dr. Gardiner, el paciente que es ingresado en cuidados intensivos, por definición, se encuentra en una situación bastante grave, y es lógico que su cerebro empiece a funcionar peor, dando lugar al consecuente delirio, ya que ahí se suma la hospitalización junto a una enfermedad grave (para llegar a la UCI, se debe estar bastante grave).
“Por la naturaleza misma de los exámenes que tenemos que hacer y los equipos que se necesitan para asistir a los órganos día y noche, puede ser difícil diferenciar lo real de lo irreal, puede haber ruidos, hay alarmas y hay siempre un extraño, aunque sea un enfermera, en la habitación. Sin embargo, es bastante común que los pacientes, especialmente los más críticos, deliren, y a veces puede ser muy difícil detectarlo”
Así pues, se debe seguir investigando y diagnosticando a tiempo este tipo de delirios, para poder tratarlos de la forma más temprana posible, pues son más comunes de lo que muchos pacientes imaginan.
Vía: BBC.