El año pasado ya hice un artículo específico para el día de la salud mental, en ese caso hablando de la resiliencia, la habilidad de los objetos (y las personas) de recuperar su forma original (repararse) tras un daño o un trauma, y hablaba de cómo potenciar esta habilidad.
Este año la campaña a favor de la salud mental está mucho más orientada a la desestigmatización de las personas que sufren este tipo de trastornos y es en lo que voy a centrar el artículo de hoy. Por supuesto la prevención es un factor muy importante de las campañas de concienciación pero hoy elijo centrarme en la idea que se tiene del concepto de trastorno mental.
¿Por qué? Por qué hay una barrera muy grande entre el que “sabe” lo que es un trastorno mental y el que lo padece. Porque el que cree que sabe lo que es está afectando al que lo sufre y condicionando su existencia de forma negativa. Este gran vacío entre dos personas, el que padece un trastorno mental y el que no, no debería existir.
Palabras que debemos contemplar
Las personas con trastornos mentales viven su día a día cubiertas de una capa que los demás ponemos sobre ellos. Esta capa está formada por juicios, por el estigma, por la marginación, por el miedo. Nosotros ponemos esa capa sobre ellos, nosotros les obligamos a llevarla puesta día tras día. Nosotros impedimos que pueda relucir lo que hay bajo esa capa. Nosotros les obligamos a no poder elegir que capa ponerse. Nosotros hacemos que todos lleven la misma capa, que todos se vean como un grupo separado del resto. Nosotros JUZGAMOS.
Al final ellos mismos se ven como los demás les ven. Al final ellos mismos acaban acomodándose a esa capa.
La realidad
Elegimos alejarnos emocionalmente de lo que representa una enfermedad mental porque aceptarla y ver a esas personas como iguales sería aceptar nuestra propia vulnerabilidad y eso nos da miedo. Añadido al miedo que nos da lo desconocido. Porque es verdad que un trastorno mental suele parecer impredecible, complicado o incomprensible. Nos sentimos torpes y no sabemos qué hacer o decir a esas personas y eso nos da miedo. Nos muestran nuestros propios fallos, nos hacen salir de la “rutina” de comportamiento, y mucha gente se siente incómoda fuera de esa zona de confort. Pero ese problema es nuestro y no de ellos.
Los trastornos mentales SON enfermedades (y no lo digo con connotación negativa, sino cómo un hecho). No se eligen y algunas no se pueden “curar”. No es justo decirle a alguien que lo supere y listo o que simplemente deje de estar mal. No es tan fácil.
Una similitud que se me ocurre para explicar este fenómeno por ejemplo es la evolución histórica del sida y los que lo padecían, desde la aparición del mismo hasta ahora. Originalmente se les marginaba, despreciaba, se pensaba que solo lo padecían personas con ciertos hábitos “pervertidos” cómo las drogas o la homosexualidad y que eran culpables de padecer esa enfermedad. La gente les tenía miedo. Les aislaba. Les odiaba. Les insultaba. Pero cómo siempre, años después la ciencia ha venido a demostrar la ignorancia del ser humano. Todos somos vulnerables. Ahora la sociedad ha conseguido ser más humana con quienes padecen esta enfermedad y no culparles por padecerla. La evolución de los trastornos mentales debería pasar por un proceso similar. Debemos integrar y aceptar a toda persona con trastorno mental, desde los más leves o pasajeros hasta los más graves y permanentes.
Lo que debemos aprender.
Tu madre, padre, hermano, pareja, amigo o tú mismo eres vulnerable a padecer un trastorno mental. ¿Cómo te sentirías tú en esa situación?
¿Puedes imaginarte sentirte atrapado en tu propia mente? ¿Puedes imaginarte tener miedo de ti mismo, de tus emociones, de tus pensamientos? ¿Puedes imaginarte tener que hacer un esfuerzo increíble sólo para salir de la cama o para comer? ¿Puedes imaginarte querer ser diferente? ¿Puedes imaginarte dudar constantemente? ¿Puedes imaginarte oír cosas, ver imágenes que no son reales? ¿Puedes imaginarte tener pensamientos repetitivos que no puedes eliminar de tu mente? ¿Puedes imaginarte odiarte a ti mismo? Sí puedes imaginar todo esto ahora imagina además tener que vivir todo eso en soledad, siendo marginado, juzgado, criticado, perdiendo el trabajo, los amigos, siendo cada día cuesta arriba, sintiendo la mirada de los demás a cada paso que das.
Gracias a dios las enfermedades mentales disponen de tratamiento. Y estas personas con la ayuda que necesitan pueden hacer una vida normal. No seas tú quien le imponga limitaciones a la vida de otra persona. Lo mejor que puedes hacer es tratarles de iguales, porque lo son. Son personas, con todas sus facetas, sus personalidades, sus gustos, sus necesidades. Personas cómo tu o yo, simplemente con una enfermedad, una enfermedad mental.
No tener una enfermedad mental no te da derecho a juzgar a quien sí la tiene. Es muy fácil criticar desde el otro lado del camino. Pero tal vez, si pruebas a andar con ellos un pequeño trayecto de SU camino puedas entender que las cosas no son cómo se ven desde fuera.
Ellos sienten, ellos viven, ellos desean, ellos aman, ellos son útiles, igual que tú y que yo. Ellos forman parte de la sociedad y tienen su función en ella, como cada uno de nosotros. Ellos tienen voluntad y fuerza, no se la quites.
Mucha gente está en contra de la “etiqueta” que supone poner un diagnóstico mental a una persona, pero es que el problema no está en darle o no un nombre, el problema es la actitud de la población ante el mismo. Decir que alguien tiene “depresión” no es etiquetarle, es simplemente una estrategia de optimización. Necesitamos conceptos que representen ideas para poder transmitir la información a otros de manera rápida y eficaz, los médicos necesitan palabras que puedan rápidamente comunicar a otro profesional de que “padece” la persona. Da igual que el concepto cambie y pase de trastorno maníaco-depresivo a bipolar a lo que sea que venga luego. La ciencia funciona con etiquetas. El problema no son las etiquetas, el problema es lo que hacemos el resto con ellas. Depresión no dice en ningún momento que esa persona sea menos que los demás, eso lo añadimos nosotros. Podemos cambiar las etiquetas o quitarlas, pero el problema seguirá ahí si no cambiamos la mentalidad de la población.
El día 10 de Octubre es el Día de la Salud Mental. Aprovecha este día y todas sus actividades para informarte sobre los trastornos mentales y, por qué no, mirar cómo puedes ayudar.
Imagen: Wikipedia.