Si hay un animal con una actitud arrogante por naturaleza, ese es el gato. Su mirada altiva y comportamiento dominante ha sido siempre objeto de debate entre los científicos expertos en comportamiento animal (y entre los que ven videos de gatitos por internet). Es por culpa de esta actitud que siempre ha existido la duda sobre si los gatos realmente son capaces de identificar las voces de sus dueños frente a otras voces. Dicho de otra manera: si llamo a mi gato y no viene ¿es porque no sabe distinguir mi voz o porque me está ignorando?
La rama de la etología es la ciencia que estudia el comportamiento animal. En ocasiones los estudios de este campo pueden parecer obvios o irrelevantes, por ejemplo en Medciencia hemos hablado de las cosquillas en las ratas o por qué ronronean los gatos. Sin embargo, demostrar por métodos científicos estos comportamientos puede apoyar estudios futuros más importantes. Un buen ejemplo es el estudio del que vamos a hablar, que puede parecer inútil y sin embargo puede aportar pistas en el estudio del autismo.
El estudio ha sido realizado por el equipo de Atsuko Saito en la Universidad de Tokio. Para el experimento han reunido a 20 gatos de diferentes razas y se les ha dejado indivualmente en una habitación vacía. Al otro lado de la pared se sitúan tres investigadores completamente extraños para el animal y el dueño del gato. Por turnos, los desconocidos empiezan a llamar al gato por su nombre y graban en video las diferentes reacciones de interés del animal. Posteriormente el auténtico dueño del gato le llama y se compara la reacción del gato frente a su dueño con la de los desconocidos. El objetivo es que el gato pueda reconocer a su dueño únicamente por el sonido de su voz, por ese motivo el gato no puede ver a nadie y se escogen investigadores con una edad y sexo parecidos al dueño para evitar que la voz sea excesivamente diferente.
Las conclusiones del estudio son claras: los gatos saben distinguir la voz de su dueño. Cuando el gato escucha a gente extraña no cambia su comportamiento comunicativo (maullidos y movimientos de rabo) pero si su comportamiento orientativo (girar la cabeza y las orejas para buscar la fuente de ruido). Cuando la tercera persona extraña llama al gato, este empieza a ignorar la voz, ya que se está acostumbrando al hecho de que sea llamado. En cambio cuando después de las tres voces extrañas el gato es llamado por su dueño, este cambia rápidamente su comportamiento maullando y buscando el origen de su voz. Esto indica que los gatos reconocen la voz de su dueño y la distinguen frente a la voz de un desconocido y frente al ruido de fondo (si no distinguiera la voz del ruido de fondo no buscaría las voces anteriores).
Como hemos dicho, este estudio parece simple y algo absurdo. Saber que los gatos reconocen la voz de su dueño puede aportar como mucho una conversación amena en una casa con gatos, pero realmente el trabajo puede aportar ideas más interesantes.
Los gatos son animales de investigación usados en neurociencia y cada día se conoce más la estructura y funcionamiento del cerebro del gato en comparación al nuestro. Saber si un gato tiene mecanismos neurológicos para distinguir la voz humana y diferenciar diferentes voces nos ayuda a tratar de distinguir que partes del cerebro están encargadas de esta función. Esta función de discriminación vocal es importante para nosotros los humanos ya que nos permite comunicarnos entre nosotros y tener una componente social. Se ha comprobado que la gente con autismo tiene problemas para diferenciar el ruido de fondo con las voces de la gente, lo que provoca que muchas veces no sean capaces de oír a nadie en un ambiente ruidoso o que identifiquen la voz de las personas con un ruido molesto sin sentido, afectando a su capacidad de integrarse en la sociedad. Si llegamos a conocer donde se localiza esta función en el gato, podríamos compararlo con el cerebro humano y llegar a determinar qué es lo que falla exactamente en el caso de los autistas y dar un paso hacia el tratamiento de la enfermedad.
Esto es lo que permite la ciencia, podemos dedicar un tiempo a observar gatos y ver si realmente te oyen, pero siempre con un objetivo claro en la cabeza: ayudar a la humanidad.
Fuente | Discover Magazine