Si todo apunta a que los objetos no nos hacen felices…. ¿Qué nos impulsa a ser tan materialistas? Pues resulta que el materialismo se nutre de unas bases biológicas. Aún así los estudios demuestran que no existe correlación entre la riqueza y la felicidad. Pero analicemos esto al detalle…
¿Qué es el materialismo?
El materialismo es el deseo (últimamente insaciable) de adquirir u obtener bienes físicos con la esperanza de que una vez adquiridos nos proporcionaran felicidad. Sigue la idea de que cuanto más se posee más feliz se es. Todos lo hacemos aunque no todos nos pasamos de la cuenta ni lo tomamos como un estilo de vida, aunque los hay que sí.
¿Por qué queremos comprar cosas?
La teoría biológica:
Según un estudio (“predictores neurales de la compra”) publicado en la revista Neuron, cuando se expone a alguien a imágenes de un objeto que nos gusta o nos atrae se ilumina una región del cerebro conocida como núcleo accumbens (utilizando la resonancia magnética funcional). El pensamiento de poder obtener algo que nos gusta hace que esta área del cerebro (el centro del placer) nos inunde el torrente sanguíneo con dopamina. Es extraño que el efecto de pensar en comprar algo sea el mismo que el de comprarlo de verdad en aquellas personas que son materialistas. Se ha comprobado que aunque el comprar el producto también produce emociones positivas, estas son menos duraderas y menos intensas que las de anticipación a la compra. Este mismo estudio demuestra que sopesamos los balances entre costes beneficios de los productos y que esto se lleva a cabo incluyendo otra área más, así pues después de identificar la preferencia por el producto (activa el núcleo accumbens) si el precio es excesivo se activará también la ínsula y se desactivará el córtex prefrontal mesial. Este estudio muestra que se puede predecir la conducta de compra o no compra de los sujetos basándonos en la activación de las áreas anteriormente mencionadas.
La teoría evolutiva:
Dado que los bienes y recursos disponibles son limitados y que hay que competir por ellos parece adaptativo intentar poseer la mayor cantidad posible de ellos. Pero esta teoría tiene su lado negativo pues realmente no es nada adaptativo el depender de bienes materiales que limitan la movilidad y capacidad de cambio de la persona, especialmente teniendo en cuenta que antes eramos seres nómadas (cazadores) que no podían poseer muchos bienes o ello limitaba su posibilidad de movimiento, y por lo tanto de supervivencia. Siendo así no parece que el materialismo tenga sus raíces en la evolución desde nuestros antecesores.
Otra teoría evolutiva es que el materialismo (la inquietud y la sensación constante de querer más) nos permite permanecer en un estado de alerta. Así la insatisfacción de no tener lo que deseamos es la que nos impulsa a pensar en formas de obtenerlo y por lo tanto lo que nos impulsa a mejorar y evolucionar (aumentando las probabilidades de supervivencia). Si estuviéramos totalmente satisfechos no estaríamos alerta y quedaríamos a merced de otros. El problema de esta teoría es que no se observa este proceso en ninguna otra especie, de hecho las hay que existen de forma muy tranquila y pasiva sin que ello afecte a su supervivencia.
La teoría psicológica:
La necesidad de adquirir cosas se guía por un descontento interior (de causas varias). El hecho de comprar algo nos proporciona esa inicial excitación y aumento de la autoestima. Esta felicidad intentaría sobrescribir o compensar la infelicidad interior.
Así mismo nuestro deseo de poseer riqueza parte de ese sentimiento de separación del resto de seres vivos (llamémosle soledad si queremos) que nos produce una sensación de vacío o vulnerabilidad, así intentamos “llenarnos”, ser más importantes o más poderosos a través de objetos materiales. Potenciando así nuestro ego por acumulación de posesiones. Pero el bienestar de comprar un objeto raramente durará más de un par de días. El sentimiento de estatus o poderío derivado de la riqueza más general si es más duradero, pero sigue siendo muy frágil pues solo perdura mientras nos comparemos con alguien de menor riqueza y desaparece al compararnos con alguien de más. Cuanto más compramos más queremos y nunca es suficiente, en cualquier caso el descontento interior sigue ahí.
¿Por qué es malo o ineficaz el materialismo?
No es solo que el adquirir objetos no de la felicidad sino que la adquisición masiva o basar nuestra existencia en ello puede conducirnos al descontento y la infelicidad.
Tanto es así que los estudios han comprobado que aquellas personas altamente enfocadas a la obtención de bienes materiales puntúan más bajo en medidas de bienestar personal y salud psicológica comparado con aquellos que consideran las adquisiciones materialistas como relativamente no importantes. Estos resultados se mantienen a través de diferentes nacionalidades, edades y estatus económico. Los valores materialistas se asocian con un debilitamiento generalizado del bienestar de las personas, menos satisfacción vital, presencia de depresión y ansiedad, dolores de cabeza y personalidades narcisistas u antisociales.
¿Hasta qué punto la sociedad tiene la culpa?
Experimentos que consistían en exponer a personas al bombardeo de anuncios y palabras que inducían a la compra y los identificaban como consumidores y no como ciudadanos tuvieron el efecto de aumentar temporalmente la necesidad de comprar y los sentimientos de ansiedad y depresión. Los sujetos se volvieron más competitivos, egoístas y presentaron una disminución en la responsabilidad social, así mismo era menos probable que participaran en actividades sociales que exigieran un esfuerzo. Al estar bombardeados en la sociedad por anuncios y publicidad de este contenido los efectos en la vida real podrían ser más continuos.
Es bien cierto que la sociedad promueve el consumismo y el materialismo pues cuanto más dinero nos gastamos más se benefician todas las agencias y entidades que hay detrás.
Las experiencias son mejores regalos que los objetos:
Si pensamos en por ejemplo el teléfono nuevo, los primeros momentos son excitantes, jugamos con él, lo observamos. Pero con el tiempo pierde importancia. En cambio, si pensamos en las últimas vacaciones, pasado mucho tiempo el recuerdo de esas vivencias puede seguir evocando memorias y sentimientos cálidos, alegres, nostálgicos. Luego esas emociones positivas duran más que las de objetos físicos. En un experimento que evaluó 9 categorías de compras se observó que la única que correlacionaba realmente con felicidad era la compra de actividades de ocio; conciertos, viajes, experiencias, los objetos relacionados con el deporte y el deporte en sí.
Así que ya sabéis, si queréis una felicidad genuina, duradera y honesta debéis cultivar las experiencias, los valores, las relaciones con los demás y crear redes sociales positivas con la comunidad y el entorno que nos rodea.
Es un alivio poder decir en tiempos de crisis que el dinero no da la felicidad, ¡luego ser feliz es gratis y depende de cada uno! Está claro que el dinero ayuda a construir esas experiencias (los viajes no son gratis) pero bueno, hay otras miles de experiencias diarias que no nos costarán un céntimo, es cuestión de dedicar algún tiempo a encontrarlas.
Fuente: Life hacker, The high price of materialism, The guardian, Psychology today, Cell.
Imagen: Wikimedia commons.