Actualmente muchos son los que, para desayunar, toman cereales de desayuno o algún otro alimento típico de esta primera toma del día como galletas, madalenas, bollería etc. En este aspecto me ha llamado la atención ver como muchas personas que han decidido empezar a cuidar su alimentación pasan de tomar galletas, croissants o madalenas, a tomar los típicos cereales de desayuno que modelos con bonito trasero y vientre plano anuncian por televisión. Sin embargo, me pregunto si ese cambio (el de galletas/bollería por cereales de desayuno) es un salto verdaderamente cualitativo en la forma de alimentarse. Es decir, me pregunto si tomar cereales de desayuno es realmente lo más conveniente.
Para esquematizar los puntos débiles y menos débiles de los cereales de desayuno, vamos a clasificar los aspectos favorables y desfavorables de su consumo:
Aspectos favorables:
- Los cereales de desayuno, (si no van rellenos de chocolate/leche o llevan pepitas de chocolate o demás virguerías) no suelen contener una gran cantidad de grasas y por tanto aportan menos grasas poco saludables (grasas parcialmente hidrogenadas, grasas vegetales, aceite de palma etc.) en comparación con la bollería industrial y ciertas galletas.
- Suelen ir enriquecidas en vitaminas y hierro. Si bien no es un aspecto a tener en cuenta en una alimentación equilibrada, lo cierto es que este enriquecimiento en vitaminas y hierro sí puede ser interesante personas con una alimentación muy deficiente. No obstante, hay que recordar que, por ejemplo, se utilizan sales de hierro de dudosa calidad en la que su absorción, muchas veces, roza el cero.
- Suelen gustar y ser bien tolerados por personas acostumbradas a desayunar alimentos ricos en grasas y azúcares (bollería industrial, galletas de chocolate…). Con la ventaja de que, al menos, no aportan tantas grasas poco saludables
- En general, su alto contenido en azúcar no los hace recomendables. Incluso los cereales que venden con campañas publicitarias de “vientres planos” y “traseros perfectos” aportan entre 15-20g de azúcar por cada 100g de producto. Si los cereales son chocolateados, azucarados o con miel, entonces el contenido de azúcar ya se dispara hasta los 30-35g por 100g de producto.
- Su índice glucémico y carga glucémica suelen ser muy elevados. Favoreciendo una fuerte subida de glucosa en sangre (con su consiguiente masiva liberación de insulina) y una rápida disminución posteriormente, que pueden acarrear la aparición temprana de hambre.
- Pese a ser generalmente dulces, su contenido en sodio (sal) también es excesivo. Tal vez uno piense que lo último que puede llevar adicionado un cereal sea sal, pero sí.
- Su contenido en fibra, por lo general, es pobre. Sin embargo, para más inri, podemos encontrar productos que se venden como “integrales” (pista: tienen la letra K como protagonista) y su aporte de fibra es paupérrimo. En el polo opuesto, los cereales de salvado (hasta más de 30g de fibra por cada 100g) aportan en una sola toma una cantidad excesiva.