El pasado 30 de noviembre comenzó en París la Cumbre Internacional contra el Cambio Climático, en la que los principales dirigentes políticos del mundo deberán adoptar medidas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Son muchos los que creen que este es uno de los más importantes episodios de nuestro siglo porque puede suponer la última oportunidad para detener un proceso que ya se ha iniciado y que puede traer consigo consecuencias catastróficas. Ofrecemos hoy en Medciencia cinco razones por las que las grandes potencias mundiales deben ponerse a trabajar para frenar el cambio climático.
1. El deshielo de los polos
Desde la década de los 70, el calentamiento de las aguas oceánicas ha producido un descenso muy significativo del hielo antártico. La tasa de deshielo es muy variable en función de las estaciones y de los años. Sin embargo, a lo largo del siglo XXI la tendencia es clara: los polos se derriten. Tanto es así que en 2012 la cantidad de hielo en el polo norte alcanzó su mínimo histórico, 3,41 millones de kilómetros cuadrados, alrededor de un 20% menos que el anterior récord de 2007. Esto supone que en pocas décadas todo el hielo podría fundirse durante el verano.
Científicos de la NASA han realizado hasta seis diferentes estudios en los últimos dos años y afirman que quizá sea ya demasiado tarde para frenar el deshielo. De consumarse, provocaría un aumento del nivel del mar de hasta 5 metros, lo que inundaría una gran parte de las zonas costeras del planeta, en las que habitan cientos de millones de personas
2. La pérdida del Permafrost
El Permafrost es la capa más superficial del suelo de las regiones más frías del planeta, como pueden ser la tundra siberiana y los casquetes polares. Es una especie de corteza congelada formada por vegetales y durante cientos de miles de años ha ido acumulando una gran cantidad de carbono orgánico (se estima que entre 1,4 y 1,85 billones de toneladas métricas). Este carbono se encuentra a unos 3 metros de la superficie ártica. Por tanto, el deshielo producido por el calentamiento global podría provocar la liberación de este enorme depósito de carbono en forma de CO2 y metano, lo que aumentaría críticamente el efecto invernadero alterando el equilibrio térmico de nuestro planeta.
3. La extensión de enfermedades
El calentamiento global está incrementando el número de insectos capaces de provocar enfermedades, así como sus hábitats. De este modo, mosquitos y garrapatas patógenas están comenzando a migrar a otras áreas y a tomar contacto con especies con las que nunca había interaccionado. El resultado puede ser la extensión de las enfermedades existentes y la aparición de nuevos patógenos. Este es el caso del Dengue, una enfermedad grave similar a la gripe transmitida por un mosquito que habita en las zonas tropicales del planeta. Con el aumento global de temperaturas el vector puede habitar más territorio, lo que tiene como resultado un aumento muy significativo en los casos de Dengue en la última década. Estas enfermedades también pueden incidir al ganado y las cosechas, afectando así a la seguridad alimentaria.
4. La alteración de las aguas oceánicas
La subida de temperatura y de nivel no es el único problema que afecta a los océanos. Alrededor de un cuarto del dióxido de carbono que liberamos a la atmósfera acaba disolviéndose en el mar, cambiando su naturaleza química y acidificando sus aguas. La bajada del pH oceánico provoca una menor concentración de carbonato cálcico soluble. Cuando se llegue al punto de insaturación de este ion, las estructuras calcáreas de gran cantidad de criaturas marinas, como crustáceos o moluscos, comenzaran a ser vulnerables a la disolución. Según algunos expertos, esto podría suceder en un 30% de las aguas oceánicas superficiales en 45 años, y en un 70% de las aguas a finales de siglo. Debido a la posición en la cadena trófica de estos seres vivos, algunos de ellos presentes en el plancton y el krill, este fenómeno podría traer consigo graves consecuencias ecológicas.
5. Once billones de personas
La población mundial ha aumentado en 1 billón de personas en los últimos 12 años, llegando a casi 7.500 millones. Se espera un incremento de unos 4 billones más hasta final de siglo, lo que produciría superpoblación, graves problemas migratorios y dificultades para el acceso al agua y a alimentos. Esto, unido al cambio climático, puede desestabilizar aún más un mundo ya inestable. De consumarse este fenómeno, las crisis ecológicas y climáticas afectarían por igual a las pequeñas naciones insulares y a las grandes potencias mundiales, provocando hambre, pobreza y conflictividad.
Fuente | National Geographic