No sé si estaríais al tanto, pero ya desde la primera mitad del siglo pasado se ha vinculado una dieta baja en energía con una mayor esperanza de vida. Además esto podía defenderse con una simple reflexión: las personas centenarias suelen ser personas delgadas. Sin embargo, acaban de salir a la luz los datos de un gran estudio que desmienten esta teoría ya que se concluye que comer menos no alarga la vida, al menos en monos, una especie genéticamente más similar a la nuestra.
La idea de que una dieta baja en calorías podría prolongar la vida se originó a raíz de un estudio con ratas de laboratorio. Posteriormente científicos informarían que en especies tan diversas como las levadura, las moscas, los gusanos o los ratones, comer menos se traduce en vivir más tiempo. Y en ratones, además, una dieta baja en calorías también significa menos cáncer. No se sabe si esto podía aplicarse a la raza humanos, aún así se empezó a especular y ha lanzar algunas teorías de como podría alargarse la vida. Algunos científicos incluso empezaron a seguir dietas restrictivas con la esperanza de alargar su existencia.
Sin embargo, los datos de un estudio que viene realizándose desde 1987 sobre monos alimentados con una dieta hipocalórica justo acaban de publicarse en la revista Nature y sugieren que la restricción calórica no produce tan ansiados beneficios sobre la longevidad. Aunque sí parece que comer menos mejora algunos factores de riesgo para la salud como son los niveles basales en sangre de glucosa y el colesterol.
Y es que, los resultados de las pruebas mostraron niveles sanguíneos más bajos de azúcar y colesterol en los monos machos que comían un 30% menos, aunque no se encontraban tales resultados en las hembras a las que se restringía la ingesta. Tanto a machos como a hembras a los que se les disminuyó la comida cuando ya eran viejos presentaron menores niveles de triglicéridos. Por otro lado, a aquellos monos a los que se puso a dieta desde que eran jóvenes o de mediana edad obtuvieron unos beneficios similares y además se observó que presentaron menos incidencias de cáncer. Aún así, no disminuyeron los casos de diabetes ni los de enfermedades cardiovasculares. Aunque el resultado final y más importante ha sido que los monos que comían menos no han vivido más que los que comían de forma normal.
Rafael De Cabo, investigador Español que lleva involucrado varios años en este trabajo reflexiona sobre estos hallazgos y los diferentes factores que afectan a la longevidad
“Los efectos de una dieta de restricción calórica mantenida a lo largo de toda la vida parece que conllevan una bajada considerable de muchos factores de riesgo para la salud pero los beneficios en términos de longevidad dependerán de factores como el contexto fisiológico, la calidad de la dieta, la genética y el estado de salud inicial de cada individuo. Estamos intentando entender qué factores son los más importantes para alcanzar el máximo potencial de vida saludable y, si de paso vivimos más, mejor”
Aunque subraya que “lo más importante es la mejora en la salud y la vida funcional”
Por su parte José María Ordovás, ha señalado en el periódico El Mundo que los científicos
“estamos buscando siempre la solución única a un problema complejo, bien sea a través de resveratrol o de la restricción calórica. Pero no hay solución única por más que nos empeñemos en buscarla”
Del mismo modo, comenta la dificultad de extrapolar los datos de laboratorio a la vida real y se muestra precavido a la hora de hablar de aplicar la restricción calórica en una persona, aunque sólo sea para mejorar algunos biomarcadores, puesto que si se realiza sin una buena distribución puede acarrearle desnutrición severa de ciertos nutrientes
Ordovás concluyé que “este estudio es muy importante para que se establezca un balance en la literatura y conocimiento científico y para que no pensemos que la solución a nuestros problemas es una ‘bala de plata’ bien sea en pastilla o en otro tipo de solución única y aplicable para todos. Todos somos diferentes genéticamente y necesitamos soluciones variadas y más personalizadas“.
Vía| NewYorkTimes / El Mundo