Como cada cierto tiempo, hoy trataré un tema de forma puramente subjetiva y desde mi opinión personal. Si en otras ocasiones como “Un día en oncología” o “Pacientes que creen saber más que el médico (primera y segunda parte)” no os acabo de gustar mi opinión, es el momento de dejar de leer. Pero si por el contrario si que la compartisteis, sigamos, os invito fervorosamente a acabar el artículo.
En principio, la motivación de preguntarme que requisitos debería tener cualquier otro médico surgió a raíz de una de las lectoras asiduas de MedCiencia, que me propuso tratar este tema. Pero, más adelante, en mi última semana de clases he contemplado situaciones que me han empujado más aún a escribir mas allá de la ciencia o conocimiento médico. Hoy trataremos de cómo debe ser la medicina desde el ámbito humano y social.
El código ético médico dice, resumidamente, que siempre hay que buscar el bien del paciente (beneficiencia), sin hacerle daño (no maleficiencia), dejándole decidir por si mismo (autonomía) -después de una correcta explicación de sus opciones- y actuando siempre de forma justa (justicia). Pero esto es la ética, ¿Dónde queda la humanidad?
Claro, la moral forma parte de la naturaleza humana, pero yo me refiero a la humanidad como empatía, a nivel de ponerse en el lugar del paciente en todos los ámbitos posibles. Es decir, en saber ver sus miedos, intentar comprender su situación actual y, algo muy importante que los médicos (por lo que he visto) olvidan frecuentemente, es muy importante ponerse en el lugar del paciente a nivel cultural e intelectual (que no se me malinterprete, no estoy llamando tonto a nadie, más adelante me explicaré).
Un médico debe darse cuenta de que él sabe cuál es la solución (al menos la sabe más que el paciente) y por tanto no siente tanto miedo como su paciente, pero debe saber transmitirle esa tranquilidad (esto último sí que he notado que se tiene muy en cuenta hoy en día, no puedo criticarlo).
Por otro lado, un médico nunca debería ser prepotente, y de esto pecan demasiados. He conocido muy pocos médicos que sepan explicarse correctamente para sus alumnos, pero médicos prepotentes muchos (debería ser a la inversa). De acuerdo, nuestra carrera dura 6 años, y luego sumémosle los 4 o 5 de residencia. Es costosa, completa y hay que echarle voluntad, pero la humildad es gratuita y la prepotencia puede resultar muy cara. No creo en el karma (al menos no como el protagonista de la serie Me llamo Earl), pero creo que en algun momento estas malas formas de comportamiento se acaban pagando.
Además de esto, un médico debería saber adaptar sus explicaciones al nivel del paciente, y aquí me toca explicarme. Como decía antes, no llamo tonto a nadie, simplemente hay términos que se usan en la jerga médica que no son ni de lejos palabras que consideraríamos de uso cotidiano, y estas deberían evitarse. Cada profesión tiene su forma de hablar, yo por ejemplo no tengo ni idea de mecánica o de ingeniería, solo de medicina o ciencia. Por eso mismo no está de más recordar que los pacientes también sufrirán de esto, y que muchas veces no se enterarán de lo que les dice su médico. Pero no solo palabras técnicas, sino una forma de discurso demasiado culto también puede llegar a ser un problema. Sin ir más lejos, esta semana en uno de mis últimos días de prácticas, vi como un paciente asentía a las explicaciones de una doctora con una cara de “no me estoy enterando de nada” que se veía a kilómetros, y se debía a su forma de discurso, porque no usó ninguna palabra técnica, simplemente le dio una explicación rápida y creyó que se había enterado.
Por último, y aunque hoy en día muchos lo crean, ningún médico es un dios, ni es perfecto. Se cometen errores, como cualquier persona, y no es posible saberlo todo sobre cualquier cosa en cualquier momento (por eso existen los libros de consulta, para recordar las cosas, ya que la memoria humana es muy frágil). Porque también he visto y oído como pacientes acusaban a algún médico de “no tener idea de…” y estas cosas no van así, ojalá fuera así, pero son personas y no ordenadores (y estos últimos, como maquinas hechas por humanos, tampoco son perfectos).