Nuestro día a día es un continuo acumulo de distracciones que, sin embargo, no logran hacerse notar tanto como podrían realmente. Esto, como supondréis, se debe a que nuestro cerebro es bastante inteligente y sabe filtrar lo importante, descartando lo que catalogaríamos como “distracción” (ya sea a nivel visual, auditivo, táctil…). Por ejemplo, ¿verdad que no notáis continuamente el roce de la ropa contra la piel?, ¿o el sonido continuo de los coches pasando por la calle junto a vuestra ventana? Evidentemente tantas distracciones mínimas acabarían bloqueando nuestro pensamiento si les prestásemos atención continua, pero eso mismo hace el cerebro: Bloquearlas para no prestarles atención innecesaria. La duda es, ¿cómo ignora las distracciones nuestro cerebro?
Así ignora las distracciones nuestro cerebro
Para dar respuesta a esta incognita, un grupo de investigadores de la Universidad de Brown, cuyo trabajo se ha publicado en el Journal of Neuroscience, llevaron a cabo un estudio con el fin de estudiar cómo se activa y responde nuestro cerebro a los diferentes estímulos externos de distracción. Para ello, escanearon el cerebro de un grupo de 12 voluntarios mientras alguien les golpeaba ligeramente los dedos de las manos y los pies. Cuando los investigadores les indicaron que hiciesen caso omiso a estos golpecitos, los escáneres cerebrales mostraron mayor sincronía entre sus ondas cerebrales.
Como bien comenta Stephanie Jones, autora principal del estudio:
“Continuamente, hacemos una única cosa: Bloquear los diferentes estímulos sensoriales externos e internos. Este descubrimiento nos ayudará a avanzar en el uso de las terapias con estimulación cerebral no invasiva para ayudar en el procesamiento del dolor”
El método para estudiar a los voluntarios fue la magnetoencefalografía (MEG), mediante el cual es posible vislumbrar imágenes de las diferentes áreas cerebrales que van cambiando según la actividad cerebral. Se les dijo a los participantes que no prestasen atención a los estímulos que sentirían en el dedo medio izquierdo de la mano y el dedo gordo de su pie izquierdo, a otros se les dijo que prestasen atención al dedo de la mano y no al del pie, y por último a otro grupo se le dijo que prestasen atención al dedo del pie pero no al de la mano.
Mediante los escáneres MEG se analizó la sincronía entre la parte de la corteza somatosensorial (responsable de procesar el tacto de la mano) y la corteza frontal inferior derecha o RIFC (que se cree que participa en el bloqueo de la información). Resultó que hubo un aumento de la sincronía entre esta corteza somatosensorial y la RIFC cuando se mandó a los voluntarios que no prestasen atención a su mano, pero sí a su pie. En otras palabras, esto querría decir que hay coordinación entre estas dos áreas, y por ello la RIFC es capaz de bloquear estímulos externos que cree innecesarios (como los golpecitos en la mano).
Nuevas terapias contra el dolor
Como ya comentábamos antes, según la Jones, este descubrimiento allanaría el camino para la comprensión y futuras terapias no invasivas contra el dolor mediante la estimulación cerebral no invasiva, ya que el conocimiento de cómo se coordinan los ritmos cerebrales y como cambian según las cosas que ignoramos de nuestro entorno también podría ser aplicable al dolor crónico, pudiéndose ignorar o al menos disminuir mediante dicha estimulación cerebral.
Con este estudio ahora sabemos que nuestro cerebro puede entrenarse para ignorar partes de nuestro cuerpo (como el dedo del pie o de la mano en este caso), y esto sería una buena noticia en el caso del dolor crónico. Por el momento, debemos esperar a nuevos estudios y nuevas terapias no invasivas contra este dolor crónico.
Vía | LiveScience.