Imaginaos que es uno de esos días grises en los que el cielo es gris y la atmósfera esta cargada, como amenazando de lluvia. Nosotros vamos paseando por ahí con el ceño fruncido por el mal tiempo cuando, de repente, en las nubes se abre un claro y se cuela el sol. No es raro que en esta situación podamos ver la luz que pasa por ese hueco entre las nubes en forma de rayos; es una imagen muy bonita como si alguien ahí arriba estuviese bendiciendo un trozo de tierra.
Ahora estamos en un soleado día de verano y hemos decidido ordenar ese trastero lleno de polvo que tenemos que casa. Cuando entramos en la habitación lo primero que hacemos es estornudar por la cantidad de polvo que hay; lo segundo es fijarnos en la luz porque estamos viendo con perfecta nitidez los rayos de sol que entran con la ventana, un montón de brillantes líneas de luz que van desde la ventana hasta el suelo.
Ésto que os acabo de describir se llama efecto Tyndall. La explicación de este fenómeno matemáticamente es un infierno pero cualitativamente puede llegar a ser muy sencilla. Cuando un rayo de luz sale de la bombilla del techo e impacta sobre el suelo nosotros no solemos poder ver la trayectoria; de la misma forma, cuando usamos un puntero láser podemos ver el punto que proyecta pero no la línea que lo une al aparato. En sus recorridos estos rayos de luz simplemente se encuentran aire y poco más, es decir, nada más grande que átomos y moléculas sueltas que son tan pequeñas que la luz las ignora. Sin embargo, si en el aire hay partículas más grandes como polvo o gotitas de agua (por ejemplo, si hay niebla o humo) entonces si que vemos el rayo. Ésto es debido a que cada vez que la luz se encuentra una de estas partículas se refleja en todas direcciones llegando a nuestros ojos. Por la misma razón si hacemos pasar un laser a través de un vaso de agua no veremos nada pero si lo hacemos pasar por ese mismo vaso pero con un poco de leche veremos la trayectoria (ese poquito de leche hará las veces de particulitas).
El efecto Tyndall es muy interesante y explica muchos sucesos cotidianos. Además, se da una circunstancia muy curiosa y es que se parece mucho a la dispersión de Rayleigh, esa que explica por qué el cielo es azúl. La gracia está en que parece tanto que se puede utilizar para simular un cielo azul con esto e incluso un atardecer:
Si estáis por la labor, podéis hacer este experimento en casa, sólo necesitáis
-una pecera
-un proyector o una linterna/bombilla potente de luz blanca
-las particulitas! (el producto que aparece en el video es lo ideal pero como dije un poco de leche también vale)