Marzo acostumbra a ser un mes del año esperado por muchos. Los días se alargan y los colores comienzan a brillar, los campos florecen y la primavera aguarda, impaciente, su llegada. Nos vamos despojando poco a poco de los abrigos y rescatamos los tirantes y las primeras sandalias. ¡Qué ganas de sol!

Pero tras estas bondades se encuentran también unos días de decaimiento y de tener la sensación que nuestro cuerpo no logra alcanzar todo este periodo de transformación ambiental. En resumen: nuestro cuerpo no responde a nuestras expectativas de florecer junto con el medio. No hay que preocuparse, se trata de la astenia primaveral, un fenómeno de adaptación del cuerpo a la primavera y que tiene como síntomas una sensación generalizada de cansancio, fatiga, debilidad física y mental.

Puede presentarse también con dolor de cabeza, malestar general, irritabilidad, dificultad de concentración, trastornos de la memoria y del sueño, aparición de erosiones en los labios, dolores musculares, mayor caída del cabello, pérdida del apetito y bajo tono vital. Tiene una mayor incidencia entre las personas con edades comprendidas entre los 20 y los 50 años, y tiene una preferencia especial hacia las mujeres.

Por ser un proceso de adaptación del organismo, en general no se requiere ningún tipo de tratamiento farmacológico para curarla. La astenia desaparece en unos días e incluso semanas, cuando el cuerpo ya se ha habituado a la nueva situación.

Cambios en el ritmo biológico

Su explicación fisiológica parece tener relación con la alteración del ritmo biológico que sufre nuestro organismo con la llegada de la primavera, que genera cambios en el sistema nervioso. El aumento de la temperatura, el mayor número de horas de sol o el cambio horario, entre otros elementos, serían los principales factores que alborotan de forma importante nuestro organismo.

Algunos expertos señalan que la razón de este decaimiento es una disminución notable de los niveles en sangre de las endorfinas u hormonas de la felicidad o del bienestar. Éstas son capaces de retrasar la sensación de cansancio y aumentar el umbral del dolor.

Si bien no hay tratamiento, sí que existen algunas opciones para que la astenia sea más llevadera e incluso prevenirla, como indica Pilar Barral Martín en Mundodiario:

Seguir una dieta equilibrada: en resumen, conviene aumentar la ingesta de hidratos de carbono y reducir la ingesta de grasas. Asimismo, se recomienda consumir productos integrales, ricos en fibra y vitamina B, zumos de frutas y hortalizas, y yogures. Por otro lado, hay que evitar el consumo de estimulantes como el alcohol, el café o el tabaco, que alteran el organismo y le sitúan en un estado de mayor agitación y nervios.

-Mantener un horario de comidas: acompañar la alimentación saludable de unos horarios. Se recomiendan cinco comidas al día.

-Cuidar el descanso: dormir cuando toca y la cantidad recomendada para que el sueño sea reparador. Hay que cenar pronto y ligero, de forma recomendada como mínimo 2 horas antes de ir a dormir.

-Practicar ejercicio: ejercicios como pasear, nadar, bailar, montar en bicicleta, el yoga u otras actividades físicas mantienen el cuerpo en armonía y le ayudan a adaptarse a la primavera.

-Beber mucha agua: el agua ayuda al equilibrio general de nuestro cuerpo. Hay que recordar que el agua también puede ingerirse a través de zumos, infusiones y caldos.

-Dedicarnos momentos de reposo: hacer pequeños paréntesis en las tareas diarias nos permite oxigenar el cerebro y lograr una mayor rentabilidad. Disfrutar del aire libre o practicar técnicas de relajación son buenas maneras de parar nuestro cuerpo para recobrar fuerzas.

Fuente | Mundiario

Imagen | Dithedy

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