A pesar del progreso que se está llevando a cabo respecto al potencial terapéutico de diversos tipos de drogas, como el cannabis, el LSD, la psilocibina (hongos mágicos), la mescalina y demás alucinógenos, la realidad es que la investigación al respecto es bastante complicada. Normalmente son necesarios fondos que suelen proceder de becas, aportadas y con la consiguiente aprobación previa de los diversos países. Pero en la actualidad, en demasiadas ocasiones, la política prevalece sobre la ciencia, y los gobernantes opinan que investigar drogas “da mala imagen”, a pesar de que dichas drogas hayan logrado demostrar su valía como futuros tratamientos si se usan a la dosis adecuada.
Hoy os contaremos el caso de una investigación que, a pesar de no recibir fondos del estado, está consiguiendo tirar hacía delante mediante crowdfunding para investigar como se comporta nuestro cerebro con LSD.
Nuestro cerebro con LSD, ¿similar al uso de hongos mágicos?
El encargado de llevar a cabo la investigación es David Nutt, profesor de neuropsicofarmacología del Imperial College de Londres y ex-asesor jefe de drogas del gobierno de Reino Unido. Como comentába, al tratarse e investigaciones con sustancias ilegales en la actualidad, la financiación es un tema peliagudo. Por ello, Nutt ha optado por usar la plataforma de crowdfunding Walacea para poder llevar a cabo su investigación sobre el LSD, gracias en parte a la colaboración del Imperial College y la Fundación Beckley. Como dato, tan solo existe un ensayo clínico sobre LSD, una sustancia cuyo uso está prohibido en la actualidad en muchos países.
“A pesar del increíble potencial de esta droga para mejorar nuestras comprensión del cerebro, el estigma político ha silenciado la investigación. No hay que jugar a la política con las promesas de la ciencia que tiene tanto potencial para hacer grandes cosas”
Por el momento, mientras se escribe este artículo, Nutt ha administrado una dosis moderada de LSD a 20 voluntarios, estudiando sus efectos mediante una combinación de técnicas de neuroimagen de fMRI y MEG, ambas con el objetivo de medir la actividad cerebral. La primera, el fMRI, toma “fotos” de la actividad cerebral, mientras que el MEG funciona más a modo de “vídeo”.
Nutt y sus colegas piensan que el LSD se comportará de forma similar a la psilocibina, reduciendo la llegada de flujo sanguíneo a los centros de control cerebral, y como consecuencia su actividad de amortiguación, dando lugar en última instancia a una mejora de la conectividad del cerebro. De esta manera, la psilocibina parece ayudar a que diferentes regiones cerebrales se comuniquen mejor entre sí, cuando normalmente no lo harían, produciendo un aumento de la creatividad cuando se consume esta sustancia.
De momento el estudio se encuentra en una etapa precoz, y hasta que no vaya avanzando no sabremos a ciencia cierta si el LSD se comporta de forma similar a la psilocibina o si tiene alguna sorpresa que darnos. Requerirá tiempo, e inversión, pues el proyecto de Walacea sigue abierto y esperando fondos.