Los niños que muerden, pegan puñetazos, o llevan a cabo otras muestras de agresividad en la infancia son respuestas a la frustración. El niño de dos años, por ejemplo, aun no tiene desarrollado el lenguaje para expresar que algo no le gusta. Es totalmente común que aparezca de una forma u otra muestras de agresividad en niños de entre 2 y 4 años, si el problema persiste una vez adquirido el lenguaje y a mayor edad es muy importante acudir a un profesional.
Hay factores que favorecen la aparición de dichas conductas en la infancia, más precisamente 3 factores: variables personales, por ejemplo niños con poco autocontrol y más inestables emocionalmente, variables familiares: separaciones, niños expuestos a estilos educativos inadecuados, o a situaciones familiares estresantes y negativas. Y por último factores ambientales: por ejemplo niños expuestos muchas horas a la televisión u otros aparatos electrónicos.
Niños que muerden: Consejos para afrontarlo
1. No te alarmes más de la cuenta: Como hemos comentado antes es una respuesta común a determinada edad y estadio de desarrollo, muchas veces el hecho de que los progenitores se alarmen demasiado puede agravar la conducta.
2. No seas indiferente a sus ataques: Es importante identificar que variable (de las nombradas anteriormente) están ayudando a que la conducta se manifieste, es más importante que estén pendiente del motivo y el por qué a que ignores lo acontecido.
3. Ayuda a que el niño exponga lo que le pasa: Morder es la forma que ha encontrado el niño que manifestar su frustración ante algo y ha visto que le da resultado, que le han devuelto el juguete, por lo tanto es más efectivo ayudarle a que exprese lo que le ocurre a castigarle, él no entenderá el motivo del castigo, ni estamos solucionando el problema.
4. Enséñale otras formas de reacción: el niño llega a normalizar la reacción de pegar o morder porque cree que le da resultado, podemos hacerle ver que no es la correcta y que hay otras formas de reaccionar ante la frustración mucho más positivas.
5. Cuidado con tu reacción: ni te enfades, ni le grites ni mucho menos le pegues, se trata de ser un modelo de conducta positivo y no enseñarles que cuando hace algo que no nos gusta gritamos, al final el niño acabará reaccionando de la misma forma. No tenemos que manifestar risas y alegría si le vemos pegar o morder pero tampoco convertirnos en “demonios”. Una educación coherente es la base de un comportamiento asertivo en la infancia.
6. Enseña paciencia: si cada vez que el niño nos pide algo se lo proporcionamos al momento, el niño no aprende a ser paciente, y todo lo va a querer “ya mismo”, es muy importante que eduquemos niños pacientes.
Si la agresividad del niño no coincide con las edades esperables para éste comportamiento ni con los contextos esperables (situaciones de cambio como la muerte de un ser querido, mudanza, etc.) es conveniente consultar a un profesional que nos pueda aclarar la situación y orientar para resolverla.