Parece que el control de nuestro sistema inmune tiene mucho más que decirnos de lo que sabemos hasta ahora. Ojo, no vamos a hablar de métodos milagrosos para perder peso, pues si fuera así esto dejaría de ser ciencia. No. Hoy hablaremos sobre el frío, pues se sabe que en situaciones de bajas temperaturas el organismo humano aumenta el gasto calórico, dando lugar a la pérdida de peso. Sin embargo, no es demasiado cómodo pasar frío para perder peso, ¿verdad? Pero durante este proceso se crean una serie de moléculas inmunes a causa del mismo frío, y esas mismas moléculas han sido identificadas, por lo que será posible saltarse el paso de las bajas temperaturas.
¿Frío para perder peso? Ya no será necesario
Tanto nosotros como algunos mamíferos, somos capaces de responder al frío de dos formas: A nivel superficial, temblamos y quemamos grasa para producir energía y así aumentar el calor corporal; pero a nivel profundo las bajas temperaturas envían señales para la producción de células inmunes llamadas macrófagos, los cuales a su vez convierten la grasa blanca almacenada en nuestro cuerpo en energía.
Precisamente el conocimiento de este nivel profundo es lo que han usado Ajay Chawla y sus colegas de la Universidad de California, en San Francisco, ya que se sabe que los bebés y algunos animales que hibernan tienen muchas de estas células capaces de quemar la grasa almacenada y convertirla en “grasa parda”, pero dichas células van desapareciendo con la edad. Ahora se sabe que en adultos también se puede quemar parte de esa grasa blanca y convertirla en una forma intermedia llamada grasa de color beige. Suena un poco ilógico que nuestro cuerpo se libere de la grasa ara hacer frente al frío, pero el sistema funciona de forma similar a una cabaña de madera: Es mejor quemarla y producir calor.
Un termostato inmune al rescate
Las moléculas implicadas en la conversión de esta grasa en adultos son concretamente la interleucina-4 (IL-4) y la interleucina-13 (IL-13), unas moléculas de señalización del sistema autoinmune que dan la orden para convertir la grasa blanca en ese tipo de grasa beige intermedia.
Para comprobar si estaban en lo cierto respecto a estas moléculas, los investigadores inyectaron IL-4 durante ocho días, cuatro veces al día, a los ratones. Y ¡bingo!, se consiguió activar la vía bioquímica sin necesidad de usar el frío, y tras dos semanas aquellos ratones criados para tener mucha grasa blanca (ratones obesos) habían perdido hasta un 12% de su peso corporal gracias a las inyecciones. Extrapolándolo a los humanos, esto equivaldría a añadir 30 minutos de actividad moderada al día a día.
Cabe destacar que estos investigadores piden mantener la calma, pues el mecanismo bioquímico demostrado en estos ratones es menos eficiente en los humanos, y es algo que varía mucho entre individuos: Las mujeres tienen menos grasa marrón o beige, y los individuos obesos tienen menos cantidad de esta grasa que los individuos con un peso normal.
Finalmente, debemos hacer hincapié en el descubrimiento en si. Anteriormente se creía que el metabolismo solo lo controlaban el cerebro y el sistema endocrino u hormonal, pero ahora sabemos que el sistema inmune también tiene algo que decir al respecto. Además, este sistema es más manipulable que el sistema nervioso, por lo que este hallazgo abre un nuevo y prometedor camino para la fabricación de fármacos contra la obesidad y el sobrepeso.
Vía | New Scientist.