No es la primera ocasión en la cual os hablamos de algún novedoso método que tiene como objetivo devolver la visión a los individuos ciegos. En su momento os hablamos de como unos ratones genéticamente ciegos volvieron a ver gracias a la activación de sus células malfuncionantes, y también hemos hablado sobre el uso de células madre para devolver la visión. Sin embargo, hoy no habrá productos químicos ni células de por medio… solo ejercicio físico.
¿Correr para recuperar la vista?
En particular, lo que sufrían los ratones del estudio de hoy, publicado en eLife, se llama “ojo vago“, un tipo de ceguera parcial que se produce en épocas tempranas de la vida, pero cuyos efectos en los ratones desaparecieron cuando se les expuso a estimulos visuales mientras corrían, ¡impresionante!
Este tipo de patología se descubrió hace más de 50 años gracias a los neurofisiólogos David Hubel y Torsten Wiesel, los cuales aprendieron que si nuestros ojos no ven correctamente al iniciar la vida, nuestra corteza visual no se desarrolla bien. Este fallo puede ocurrir por poseer párpados caídos, cataratas congénitas u otros tipos de obstáculos que se podrían corregir (o no) con el tiempo. Pero si no se corrige a tiempo y se llega a la edad adulta, la recuperación puede enlentecerse e incluso quedar incompleta.
En el pasado año 2010, los neurocientíficos Chriistophel Niell y Michael Stryker, de la Universidad de California, en San Francisco (UCSF) ya demostraron que las neuronas de la corteza visual doblaban su respuesta frente a estímulos visuales al estar corriendo. Según Stryker esto se debería a la necesidad de alerta frente al medio ambiente cuando nos movemos a gran velocidad, y que la respuesta visual es menor en reposo porque así se conserva mejor la energía en situaciones menos exigentes.
La plasticidad visual gracias a la velocidad
Ahora, tras saber esto, Stryker y su colega Megumi Kaneko, también de la UCSF, se han preguntado si el hecho de correr podría influir en la plasticidad de la corteza visual. Para comprobarlo, provocaron una amblipía en ratones: Les cerraron un ojo durante varios meses, durante y después de su período crítico del desarrollo visual. Tras esto, volvieron a abrirles los ojos y los dividieron en dos grupos.
Uno de los grupos de ratones fueron expuestos a una serie de estímulos visuales mientras corrían en una cinta durante cuatro horas al día durante tres semanas. El patrón visual fue elegido para activar casi todas las células de su corteza visual. Así, los investigadores registraron su actividad cerebral usando un método similar a la resonancia magnética funcional en humanos.
Tras una semana, estos ratones mostraban una mayor capacidad de respuesta en la parte de su corteza visual que correspondía al ojo que había sido cerrado. Tras dos semanas, las respuestas del “ojo vago” eran comparables a las normales, como si jamás hubieran sido privados de la visión. Por su parte, el grupo de ratones expuesto a estímulos visuales sin correr obtuvo una respuesta mucho más lenta, y jamás logró alcanzar los niveles de respuesta normales a los estímulos visuales.
También se realizaron otros experimentos, y se demostró que el estimulo visual en si mismo no tenía nada que ver. Es decir, que el factor determinante de la recuperación era correr mientras se estaba expuesto a los estímulos visuales. Por el momento no se sabe si se produciría el mismo efecto en humanos, pero ya hay planes para poder comprobarlo.
Vía | Scientific American.