Todos podemos imaginar que los cambios emocionales alteran funciones o sensaciones en nuestro cuerpo, pero han sido unos investigadores finlandeses los que han decidido estudiarlo de forma más sistemática y encontrar los cambios que representan cada emoción y el área corporal en la que se representan.
El estudio del que hablaremos hoy fue publicado en la revista “Proceedings of the National Academies of Sciences” y acabó concluyendo que las emociones sí parecen tener un patrón de respuesta similar (percibido) que se repite en las distintas personas.
El experimento consistía en que los sujetos indicaran en unas hojas con siluetas de cuerpos las zonas en las que detectaban un aumento o disminución de la actividad ante los diferentes estímulos (palabras, historias, expresiones faciales o videos). Está claro que nos referimos a las propias sensaciones en el momento. Debían colorear las zonas donde las sensaciones se hacían más fuertes con rojo y amarillo y las zonas en que las sensaciones se debilitaban con azul y negro.
Lo que se midió NO representa la tasa cardíaca, riego sanguíneo, temperatura ni nada similar, sino que representaba la sensación subjetiva de cada sujeto a las zonas más o menos activadas como consecuencia de la emoción. En realidad cuando medimos las variables de forma objetiva teniendo en cuenta aspectos psicofisiológicos las correlaciones entre sujetos son muy bajas encontrando pocos patrones estables intersujeto.
En este experimento la correlación entre los mapas de los cuerpos de los diferentes sujetos fue alta (de 0.71) para cada estimulo diferente.
Tras evaluar los resultados de los 701 sujetos incluidos en el estudio se comprobó que se podía delimitar un patrón específico más o menos similar para todos los sujetos que dibujaban las sensaciones asociadas a una determinada emoción.
La felicidad se representaba con un cuerpo totalmente rojo o amarillo de la cabeza a los pies, la depresión con un cuerpo azul y negro. Casi todas las sensaciones implicaban la activación de la cabeza, mientras que el júbilo y la ira manifestaban activación en las extremidades (probablemente porque se asocian con la realización de acciones). La activación de sensaciones en la zona del estomago y tórax se encontraban mayormente en sentimientos relacionados con el asco o desagrado.
Los investigadores enfatizan que los resultados representan las percepciones subjetivas del impacto de lo mental en lo corporal, una combinación de reacciones viscerales y musculares con respuestas del sistema nervioso que son muy difíciles de diferenciar.
Creo que aunque no sea un estudio que vaya a suponer un gran impacto para la ciencia, si es interesante pues nos permite poder entender y ponernos en el lugar de la otra persona que está sintiendo una emoción concreta, es una forma muy visual de entender de inmediato lo que le ocurre, además permite que nos demos cuenta de que no somos los únicos que nos sentimos así. Muchas veces pensamos que nuestro dolor, nuestras sensaciones, no las puede comprender nadie, y este estudio demuestra que no es así, que no estamos solos en sentir lo que sentimos y que por mal que estemos podemos consolarnos pensando que hay otra persona en otro lugar que estará sintiendo lo mismo que nosotros.
Lo más interesante es que no es que el cuerpo manifieste las emociones por igual en todas las personas (eso no se ha demostrado en este estudio), sino que las sentimos por igual. Es la subjetividad la que nos une. No somos tan diferentes ni tan únicos como pensamos.
Fuente: The Atlantic.
Imagenes: The Atlantic.