Nuestra piel puede adquirir colores múltiples y variados, partiendo del blanco que adquirimos cuando nos ponemos pálidos, hasta llegar al color bronceado veraniego que podemos llegar a poseer según nuestro tipo de piel y de su aguante bajo el sol. Pero separemos cada uno de los colores para explicar su causa.
Palidez:
La adquisición del color blanco o, como se suele decir a veces, ese color que tiene nuestra piel cuando parece que hayamos visto un fantasma, se debe a la vasoconstricción de nuestros vasos sanguíneos (generalmente perceptible en la cara).
Mas claramente, nuestra tez pierde color y se pone pálida porque el diámetro de los vasos sanguíneos disminuye, dejando que pase menos sangre, y dejando así sin apenas color a nuestra piel. Este fenómeno ocurre en situaciones como anemia (falta de hemoglobina en sangre), falta de exposición al sol, congelación, en ciertas enfermedades crónicas, o simplemente por ser el color de piel natural de determinadas personas.
Cianosis:
Este fenómeno se da cuando la piel se vuelve de color azulado, debido a una falta de oxígeno en sangre. Se suele ver más en orejas, nariz, pómulos, labios, uñas y pezones. La causa va asociada a problemas cardíacos, como la insuficiencia cardíaca, problemas cardíacos congénitos (desde el nacimiento) y paro cardíaco; o pulmonares, como coágulos en las arterias pulmonares, infección del aparato respiratorio, enfermedades pulmonares, asfixia, grandes alturas, etc.
Ictericia:
Ya he hablado alguna vez sobre esta coloración amarillenta de la piel, como en el último artículo sobre Curiosidades Anatómicas (IV): Hígado y Páncreas.
Este color amarillo, detectable sobretodo en las escleróticas (una de las capas que conforman el ojo o globo ocular), se debe a un acumulo patológico de bilirrubina. Normalmente hay de 0,2 a 1 mg/dL de bilirrubina en sangre, pero el acumulo o hiperbilirrubinemia detectable a la vista (ictericia) se da cuando hay 3 mg/dL de bilirrubina en sangre.
La bilirrubina es un pigmento amarillo que forma parte de la bilis, la sustancia producida en el hígado y almacenada en la vesícula biliar, responsable de la digestión de las grasas. Si se da la obstrucción de la vesícula por cálculos biliares (las típicas “piedras”) o hay algún problema en el conducto biliar, que conecta la vesícula con el tubo digestivo, se producirá la acumulación de bilis, dando lugar a la ictericia y color amarillento.
Otras causas que causan hiperbilirrubinemia y la consecuente ictericia también puede ser por hemolisis (rotura de glóbulos rojos), citólisis (destrucción de células hepáticas) o causas metabólicas.
En la siguiente y última parte de este artículo acabaremos de ver otros colores epidérmicos como el enrojecimiento, los hematomas o moratones, o el bronceado.