Es curiosa la forma en la que un objeto sufre una “extraña transformación” tras adquirirlo. Me explico, cuando compras un objeto determinado (imaginemos un smartphone, que están muy de moda ahora), te cuesta un valor determinado. Pero, si alguien te ofrece comprartelo, siempre pides muchísimo más de lo que estarían dispuestos a pagar por ese objeto, ¿verdad? Pues esto tiene nombre en psicología, se llama Efecto Dotación.
Esta situación se da por un sesgo cognitivo, es decir, nosotros hemos escogido ese objeto y lo asociamos a nosotros, lo cual hace que su valor se incremente inmediatamente. Por esta razón muchas personas tienen habitaciones llenas de “trastos”. No, no es un síndrome de Diógenes (eso es una enfermedad y más grave claro), sino que no pueden soportar deshacerse de ellos porque son suyos, tienen un valor añadido. ¿Cariño? Puede que algunos lleguen a llamarle así, aunque hablemos de simples objetos, pero la psicología tiene su cosas.
Para comprobar lo fuerte que puede ser este efecto se llevó a cabo un estudio en el año 2000, donde se encontró que los dueños de entradas para un partido de baloncesto sobrevaloraban estas entradas por un favor de 14. Es decir, los dueños de las entradas pedían 14 veces más de lo que otros estarían dispuestos a pagar. Eso si, esta proporción de sobrevaloración varía entre personas y objetos, no siempre será tan exagerado.
Por otra parte, este sesgo cognitivo del efecto dotación es más fuerte si cabe cuando hablamos de objetos muy personales, de aquellos a los que podemos asociar un “yo”. Para algunas personas serán joyas (para muchas mujeres, por ejemplo), para otros serán piezas de ropa, e incluso para algunos serían sus smartphones (yo confieso que me incluiría en este último grupo).
El problema de esta asociación al “yo” es el valor sentimental. Ya no hablamos solo de cariño, sino de un valor que nosotros hemos ido añadiendo al objeto con el tiempo y el uso, magnificando la asociación. Realmente es un valor justificado, es decir, nos aferramos a nuestras posesiones con cierta buena razón.
Para terminar, después de saber que existe este efecto psicológico, mira a tu alrededor. Todo lo que tienes en la habitación, o en tu casa, ¿te sirve? ¿lo necesitarás de por vida o son simples trastos que ocupan espacio? Ahora ya sabes que puede que estén ahí ocupando espacio por un efecto psicológico, el Efecto Dotación, y no por su utilidad en sí misma.
Vía | PsyBlog.