Coordinarnos con el resto de conductores a la hora de conducir siempre me ha parecido una de las habilidades más subestimadas de los seres humanos. Con el aprendizaje de unas normas de circulación vial y práctica somos capaces de sincronizarnos con los otros conductores en cuestión de segundos. Pensemos en la circulación en una glorieta: necesitamos buscar un hueco para entrar en la glorieta, igualar nuestra velocidad con la del resto de coches, y salir de la glorieta reduciendo la velocidad y avisando al resto. Todo esto en cuestión de segundos sin comunicarse realmente con ellos. No está nada mal.
El ser humano es un animal social. Cuando nos juntamos establecemos rápidamente jerarquías y relaciones sociales. Cada uno de nosotros se comporta de una manera única e individual, pero al juntarnos formamos un comportamiento colectivo. Precisamente este comportamiento colectivo es el que nos permite conducir en carreteras concurridas sin chocar con los otros coches, o el que nos permite disfrutar de las redes sociales. Por supuesto, no somos los únicos animales sociales: animales como los lobos cazan en manada, y otros como las hormigas tienen todo un sistema de reparto de tareas para el correcto funcionamiento de un hormiguero.
Una de las mayores ventajas del comportamiento en grupo es la inteligencia colectiva. Aunque haya cosas que no sepamos de manera individual, podemos saber la respuesta a nivel de población. El primer estudio que descubrió este tipo de inteligencia fue realizado en 1907 por Francis Galton. Fue a una feria de ganado y organizó un concurso. Compró una res bastante grande y pidió a la gente que pasaba que apuntara en un papel el peso aproximado que tenía la res. El que se acercara más al peso real de la misma se la llevaría a casa (o a la granja, más bien).Al contabilizar los pesos propuestos por todos los participantes comprobó que aunque pocos habían acertado el peso exacto del animal, la mediana de todos los valores coincidía exactamente con el peso. Esto implica que somos capaces de acertar preguntas con respuestas aproximadas, siempre y cuando lo hagamos en equipo.
Pero el comportamiento colectivo realmente es un arma de doble filo, y su punto débil es el efecto manada. Todos hemos sufrido este fenómeno en algún momento, ¿quién no ha cruzado un paso de cebra en rojo sin mirar solo porque el resto de la gente lo ha hecho? Imitamos de manera inconsciente el comportamiento de la gente de nuestro alrededor como mecanismo de seguridad. Si todo el mundo hace algo igual, no puede llevar a un peligro. Pero no siempre la imitación implica seguridad, como sucede en el ejemplo del paso de cebra. El efecto manada funciona en muchos otros animales, especialmente aquellos que huyen en bandadas, como aves o peces. Se han realizado experimentos en los que se ha comprobado que si se deja a un pez rodeado de otros compañeros de plástico, este les seguirá sin dudar, aunque se dirijan a un depredador.
Hoy en día, por Internet siguen realizándose experimentos sociales que demuestran lo que podemos hacer si colaboramos todos juntos. El experimento más reciente y extraño es el reto de jugar a un videojuego a la vez con miles de personas al control de los mandos. En esta página se está desarrollando desde hace unas semanas una partida del popular juego de Pokemon. Los visitantes registrados en la página pasan el tiempo tecleando las órdenes que quieran que haga el personaje, que habitualmente acaba dando vueltas sobre sí mismo mareado por tantas instrucciones. Sin embargo, poco a poco se va avanzando en el juego gracias al comportamiento coordinado de todos los jugadores.
En la última semana los desarrolladores han dado una vuelta de tuerca al proceso. Los jugadores pueden elegir entre teclear democracia y anarquía. Si se logra anarquía todas las órdenes tendrán igual validez y se reproducirán en el momento, pero si se logran suficientes jugadores que señalen democracia, solo se aportaran las órdenes más populares durante un periodo de tiempo. De este modo, los jugadores deben decidir si poder aportar sus propias ordenes u obedecer a la mayoría. Para hacerse una idea de la popularidad del experimento, mientras escribo esto están jugando 80000 personas a la vez.
Ya se han intentado otros videojuegos colectivos antes, pero con menos éxito. Con Super Mario no se lograba pasar del primer nivel, ya que era demasiado complicado ponerse de acuerdo en acciones como saltar. En el videojuego de Pokemon cuando se muere se retrocede menos que en otros videojuegos, y ahí radica su éxito. Aunque sea una tontería, un grupo de seres humanos avanzando en un videojuego, tratando de organizarse y apoyarse es similar al comportamiento de los humanos a la hora de fundar una civilización. Nuestro trabajo en equipo es el que se encargará del éxito.