¡Deja de leer mi periódico! La ciencia de los amigos desconocidos

metro gente

En Medciencia hemos hablado de la importancia del estudio de las redes sociales a la hora de estudiar cómo se transmite una epidemia y detectarla lo antes posible o para comprender la propagación de factores sociales como el mal humor.

Cuando hablamos de las redes sociales no nos referimos a Twitter o Facebook, sino a las redes de contactos de nuestro alrededor. Cada vez que conocemos a alguien nuevo creamos una nueva conexión en nuestra red social, y esta conexión permite el intercambio de información, o incluso de enfermedades con nuestro nuevo amigo.

Es un poco injusto pensar que solamente entramos en contacto con nuestros amigos a lo largo del día, también existen los “amigos desconocidos”. Si vives en una ciudad grande y coges normalmente el transporte público para ir al trabajo seguramente sepas a que me refiero cuando digo “amigos desconocidos”. Son personas que no conoces, ni siquiera sabes su nombre, y sin embargo, viajas con ellos todos los días y llegas a reconocerles al cruzarte con ellos. Realmente no son amigos y no intercambias palabras con ellos, pero sí compartes el mismo aire al menos una vez al día. Si queremos hacer un modelo realista de cómo se transmite una enfermedad en una población, hay que estudiar mejor estas curiosas redes de desconocidos.

Para analizar a estos “amigos desconocidos” el investigador Lijun Sun del Future Cities Laboratory ha obtenido información sobre los viajeros en los autobuses de Singapur. La información fue cedida por la propia compañía de autobuses y se nombraba a cada viajero con el número de su abono de transporte (siendo un estudio anónimo). Cada vez que un viajero pasaba el abono para montar en el autobus, una aplicación informática registraba su llegada. Si se cruza la información de todos los viajeros es posible saber que gente viaja junta de manera repetida cada día, pudiendo señalar los casos de “amistad”.

El estudio arroja resultados muy interesantes sobre estas redes ocultas. Por ejemplo se han observado ligeras distorsiones en el número de amigos desconocidos según el día de la semana. De lunes a viernes tendremos diferentes probabilidades de encontrarnos a determinados desconocidos, existiendo desconocidos que solo veremos los lunes, los martes, etc.

El momento de mayor probabilidad de encontrarnos siempre con los mismos desconocidos es a primera hora de la mañana, cuando vamos hacia el trabajo. Tiene lógica, ya que solemos tener una hora fija para salir de casa y en muchas personas esa hora puede coincidir. En cambio, la hora de salida del trabajo es más variable y solemos ver menos caras conocidas a la vuelta. Por esa misma razón los fines de semana, momento en el que la mayoría de la gente no tiene que trabajar y coge el metro a horas aleatorias, prácticamente se garantiza la ausencia de amigos anónimos.

Otro descubrimiento interesante es la evolución de estas relaciones a lo largo del tiempo. Hay ejemplos de lo especial que es esta conexión: en el atentado del 11-M en Madrid murieron 192 viajeros de tren que iban a su trabajo por la mañana. Cuando se reformaron las estación y el servicio de trenes se detectaron casos de depresión en personas que fueron repentinamente conscientes de la ausencia de los amigos desconocidos con los que habían compartido cada viaje de metro sin intercambiar una palabra.

Esto demuestra la importancia emocional de esta pequeña red social “oculta”. En un futuro se piensa obtener información de otras redes de transporte público en diferentes países del mundo y comprobar si hay diferencias en estas redes entre diferentes culturas.

Ya sabes un poco más sobre esos amigos que tienes al lado tratando de leerte el periódico, aunque sean desconocidos compartes con ellos una colección de patrones espaciales y temporales. ¿Por qué no te presentas y vemos que sucede?

Fuente | MIT Technology Review

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